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"En Roma no hay reyes"

 
Bueno, quizás sea necesario matizar este título sobre la ausencia de reyes. Porque en esta nueva publicación de Salve, Qvirites vamos a explorar la Monarquía romana para borrar del imaginario colectivo las leyendas que la rodean. Y si precisamente son los elementos más fantasiosos los que tenemos que olvidar, lo más probable es que nos quedemos casi sin reyes, o para ser más exactos, con menos de la mitad. 
 
Cuando dos fuentes de distinta naturaleza no son coincidentes, no se debe fiar de ninguna. Si no existió Roma hasta el 600 a.C. (como ya comentamos en nuestra publicación sobre los orígenes de la ciudad "¿Ladrones o hijos de Dioses?"), quiere decir que la Monarquía duraría hasta el 450 a.C., y no hasta el 509 a.C., lo que implica que podríamos establecer la creación de la Ley de las XII Tablas como el Origen de la República. La tradición siempre nos ha dado siete reyes:
  • Cuatro a los que Livio otorga sobrenombres romanos para darles mayor credibilidad: Rómulo, Numa Pompilio, Tulo Hostilio y Anco Marcio (sólo algunos clanes familiares hicieron suyos esos nombres, las “Falsas Gentes”).
  • Tres etruscos: Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio.

Sin embargo, el espacio temporal es demasiado grande para unos reinados tan breves. Por ello, se ha diferenciado a los Cuatro Reyes Legendarios de los Tres Reyes Históricos y etruscos. El 509 a.C. es un año simbólico en cuanto a que Roma firma un tratado con Cartago, dando indicios de cambio político en la Urbs, es decir, un declinar de la monarquía; después, entre el 509 y el 450, se llevaría a cabo un lento proceso que traería la configuración de la República.

Para dar mayor carácter divino a la fundación, a Rómulo y Remo se les hace hijos de la sacerdotisa Rea Silvia y del dios Marte, y además, se ha descubierto que la famosa Loba Capitolina era en realidad una Quimera Etrusca, colocada en el Foro en el 396 a.C.[1]. La fecha del 450 cobra una mayor fuerza como el tránsito de la Monarquía a la República cuando se descubren evidencias arqueológicas de que Roma dejó de importar drásticamente cerámica griega para comenzar a exportar su propia cerámica. Si aceptamos que Tarquinio el Soberbio fue expulsado en 509, tendría sentido la cláusula del Tratado Roma-Cartago de ese mismo año, por la que los cartagineses aceptaban la existencia de un nuevo régimen político. Pero si la República no queda plenamente establecida hasta el 450, eso deja un margen de 59 años de acontecimientos y procesos de evolución hacia un cambio drástico, como por ejemplo:

  • La Primera Secessio Plebeya (494).
  • La Lex Publilia (471).
  • La “Serrata del Patriziato” (485).
  • La creación de la Ley de las XII Tablas (450).

Hay un problema en la arqueología con los Nomina Tusca; desde el principio, el Vicus Tuscus era el barrio etrusco, donde se asentaban los etruscos que llegaban a Roma. Los Nomina Tusca son nombres de fonética etrusca que aparecían en los Fasti Capitolini o listas de magistrados republicanos; entre el 490-460, los nomina son latinos, pero antes y después de esta fecha los nomina eran etruscos, hasta el 448, lo que significaría que en Roma había un régimen monárquico con predominio de familias etruscas (Teoría de Gjerstad), coincidentes con los reinados de Tarquinio Prisco (etruscos), Servio Tulio (latinos) y Tarquinio el Soberbio (etruscos), lo que nos diría que la monarquía cayó en el 448, más coincidente con otros sucesos que evidencian un cambio drástico de política en Roma, habiéndose iniciado la monarquía en 580. El arqueólogo italiano Pallotino desmintió esta teoría; estas fuentes arqueológicas tienen su adaptación en las fuentes literarias, porque Livio nos habla de la construcción del Templo de Júpiter Óptimo Máximo en el 509, por lo que habría sido levantado por Tarquinio Prisco.

Podemos aceptar una Periodización Tradicional o Moderna, diferenciando los hechos legendarios de los hechos históricos; los Datos Legendarios son los que ofrecen menor fiabilidad histórica, por muy documentados que estén por Livio o Dionisio, y además, los hechos que tienen lugar albergan poco fundamento, como la reforma religiosa de Numa Pompilio cuando Roma aún no estaba formada, quizás incluso una primera constitución en clave religiosa. Es cierto que los nombres de reyes se repetían en generaciones, pero eso nunca ocurrió con los reyes legendarios, cuyos nombres son “Hapax” o únicos, a pesar de que “Hostilius”, “Martius” y “Pompilius” sean nomina que aparecen una o dos veces en la República Tardía, utilizado como referencia por Livio.

El problema de historicidad del Sistema Político de la Monarquía parte de Mommsen en 1903 con su “Historia de Roma”; como historiador alemán absolutamente crítico, argumentó que, como no había ningún documento fiable de la época monárquica, no valía nada dentro de la historiografía. La escuela de E. Pais rechaza cualquier cosa que tenga que ver con la etapa monárquica, lo que llevó a Andreas Alföldy a negar sistemáticamente los datos de la tradición analística romana, es decir, la Teoría Hipercrítica.

La Teoría Hipocrítica Proliteraria, defendida por Poucet en los 80, y la Teoría Hipocrítica Proarqueológica, defendida por Müller-Karpe, Gjerstad o F. Coarelli, hacen que se establezcan dos categorías de reyes, y ambas han eliminado la historicidad de los tres primeros reyes, es decir, Rómulo, Remo y el sabino Tito Tacio. Se juntan en los orígenes una tradición troyana/latina (Rómulo y Remo) totalmente legendaria, una tradición sabina (Tito Tacio) semilegendaria, y una tradición etrusca histórica.

Tito Tacio se relaciona con un posible elemento sabino en el origen de Roma: el rapto de las sabinas). Rómulo y Tito Tacio llegaron al acuerdo de gobernar juntos, y el que muriera primero perdería el derecho de descendencia; murió primero Tacio, desapareciendo la herencia sabina. Por eso los reyes siguientes tienen nombres latinos de una “Gens Romana” (Pompilius, Hostilius y Martius).

 

Detalle del rey Tito Tacio en "El rapto de las sabinas" (1799), de Jacques-Louis David. Conservado en el Museo del Louvre, París (imagen de https://www.labrujulaverde.com/wp-content/uploads/2020/03/F0440_Louvre_JL_David_Sabines_INV3691_detail01_rwk-2.jpg)

Por lo que sabemos de Numa Pompilio, deducimos que fue un “Hapax”, único en la onomástica romana, y el nombre de su “gens” no aparece hasta el siglo IV a.C. No realizó guerras en su gobierno porque fue promovido por Rómulo, pero sí hizo reformas en las costumbres y leyes romanas[2], y también se le asigna el establecimiento de un Calendario de doce meses y la legislación de la actividad religiosa. Algunas fuentes mencionan que murió de enfermedad a los 43 años de gobierno. Lo más contradictorio es que este rey, como rey antiguo, no hiciera la guerra.

La teoría antropológica de Dumézil propone la división social de los pueblos indoeuropeos en tres partes según la función:

  1. Función religiosa.
  2. Función guerrera.
  3. Función productora.

Como Numa Pompilio sólo acumula la función religiosa, no puede ser un rey histórico, sino legendario.

 

"La ninfa Egeria dictando a Numa Pompilio las leyes de Roma" (1875-99), de Ulpiano Fernández-Checa y Sanz. Depositado en el Museo del Prado, Madrid (imagen de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/38/La_ninfa_Egeria_dictando_a_Numa.jpg)

Sobre Tulo Hostilio, las fuentes literarias nos dicen que resolvió guerras[3]: venció a los albanos a doce millas romanas de la ciudad, venció a los veientes[4], a los fidenos de Fidenas, al lado del Tíber y en contacto con la vía salaria… En resumen, Hostilio está controlando el territorio al noroeste de Roma, para tener acceso a la vía salaria. A todos los superó con la guerra, y gracias a ella expandió la ciudad y su territorio hasta el Monte Celio, llegando a reinar 32 años, hasta que murió alcanzado por un rayo.

 

"La victoria de Tulo Hostilio contra las fuerzas de Veyes y Fidenas (ca. 1601), de Giuseppe Cesari o "Caballero de Arpino". Conservado en el Museo de Bellas Artes de Caen (imagen de https://a58e396f2f.clvaw-cdnwnd.com/985723472749a7c847c403faad0a4b04/200001334-5caf05caf2/TULO%20HOSTILIO%20Cavalier_d-Arpin-Tullus-Hostilius-Caen.jpg?ph=a58e396f2f)

Anco Marcio, de nuevo, tiene un nombre de gens que hace referencia a la guerra (Martius, Marte); las fuentes nos dicen, con un dato revelador de filiación, que fue nieto de Numa, para que sea fiable para la población de Roma, y que llegó al poder con imperium[5], pero solo tiene función militar, por lo que es un rey guerrero legendario que se expandió por el Lacio y añadió población en el Aventino y el Janículo, llegando incluso a las bocas del Tíber, a dieciseis millas de la ciudad. Murió por enfermedad tras 24 años de gobierno. A partir del s. III a.C., el gentilicio Martius es el único de la época monárquica que perdura en todos los periodos de la historia de Roma.

Llegando al ámbito histórico de Tarquinio Prisco, encontramos el nuevo problema de la cronología, la cual es absoluta y cerrada:

  1. Prisco gobernó del 616 al 578 a.C.
  2. Servio Tulio del 578 al 534.
  3. Y el Soberbio del 534 al 510.

Difícilmente podemos establecer fechas precisas para épocas tan remotas, aunque lo documenten muchos autores antiguos; los reinados de los Reyes Históricos, ajustados a un parámetro de 30-40 años de un reinado, tampoco pueden ser aceptables con esas fechas. Pero sí podríamos utilizar una Cronología Relativa para investigar en la historiografía, con lo que podemos aceptar la sucesión de los reyes mencionados, porque se amolda mejor a la realidad histórica, sabiendo quién gobernó después de quién. Se propone incluso que Tarquinio el Soberbio pudo gobernar antes que Tarquinio Prisco, porque según Livio, un Tarquinio conquistó la plaza de Crustumenium en el 499 a.C., pero el problema reside en que todas las fuentes literarias hablan de que cuando Tarquinio el Soberbio fue expulsado de Roma, no volvió a haber más reyes, porque toda la historiografía antigua tiene un núcleo de verdad.

Sólo tenemos la garantía de que la sucesión se dio en Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio; la propia evolución del Estado romano se evidencia en la evolución de estos reyes, porque la tradición asigna a Tarquinio Prisco la construcción de la Cloaca Máxima, la pavimentación del Foro y los inicios del Templo de Júpiter Óptimo Máximo, y que al final de su reinado fue asesinado por los hijos de Anco Marcio, cuando lo normal era que se estableciera la sucesión por la fuerza, es decir, que su sucesor lo asesinara[6]. Con Servio Tulio se procede al ordenamiento social de las tribus territoriales en el censo y al levantamiento de varios templos menores; y finalmente Tarquinio el Soberbio concluyó las obras de la Cloaca Máxima y el templo de Júpiter, según las fuentes.


Fuentes:

Dionisio de Halicarnaso: Antigüedades romanas.

Tito Livio: Historia de Roma desde su fundación.

Bibliografía:

Bloch, R. (1962): Orígenes de Roma, Barcelona, Argos.

Carandini, A. (2014): La fundación de Roma, Barcelona, Bellaterra.

Cornell, T. J. (1995): Los orígenes de Roma, c. 1000-264 a.C., Barcelona, Crítica.

Kolb, F. (1992): La ciudad en la Antigüedad, Madrid, Gredos.

Mangas, J. y Bajo, F. (1989): Los orígenes de Roma, Madrid, Historia 16.

Martínez-Pinna, J. (1989): “Algunas reflexiones sobre el nacimiento de la ciudad en el Lacio”, en Estudios en homenaje al profesor Santiago Montero Díaz (Gerión, Anejos II), Madrid, 201-212.

(1989): “La Roma primitiva”, en Historia del Mundo Antiguo. Roma, cap. 37, Madrid, Akal.

(1999): Los orígenes de Roma, Madrid, Síntesis.

(1981): Los orígenes del ejército romano. Estudio de las formas premilitares en su relación con las estructuras sociales de la Roma más primitiva, tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid.

(1996): Tarquinio Prisco, Madrid, Clásicas.

Meslin, M. (1980): “L’homme romain des origines au Ier siècle de notre ère. Essai d’anthropologie”, en Revue de l’histoire des religions, 197-3, 317-321.

Ogilvie, R. M. (1981): Roma antigua y los etruscos, Madrid, Taurus.

Rodríguez Adrados, F. (1948): El sistema gentilicio decimal de los indoeuropeos occidentales y los orígenes de Roma, Madrid, CSIC.

Roldán Hervás, J. M. (1978): “La comunidad romana primitiva, la clientela y la plebe”, en Memorias de Historia Antigua (MHA), 2, 19-39.

Sancho, L. (1988): “Contribución al estudio de los orígenes romanos”, Veleia, 5, 145-172.



[1] La que se conserva actualmente es el resultado de la modificación de Pollaiuolo en el s. XVI.

[2] Martínez Pinna, como hipocrítico, defiende estos datos en las fuentes, porque en todo relato siempre hay algo de verdad.

[3] Hostilius es un nomen que procede de hostes, “enemigo”.

[4] Se atestiguan los primeros contactos con los etruscos a partir de la “supuesta dominación de Veyes” por Tulo Hostilio.

[5] Imperium es un término únicamente republicano; el autor lo incluye para que la población lo entienda, imperium entendido como poder militar obtenido por las armas.

[6] Es decir, Servio Tulio, aunque en la iconografía se le conoce como Macstarna.

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In corpore sano

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