Con motivo del aniversario de la fundación de Roma en la típica fecha del 21 de abril, desde Salve, Qvirites nos proponemos tratar el tan conocido tema de la fundación legendaria de Roma, pero no desde el prisma que todos conocemos del episodio de los Gemelos y la Loba, sino intentando descifrar las claves que se esconden tras la leyenda para ofrecer a los lectores (salvo aquellos que ya lo conozcan) las pistas históricas que se esconden en el surgir de Roma.
¿Hasta
cuándo debemos remontar los orígenes de esta civilización? En palabras del
especialista en el tema, J. Martínez-Pinna: “los orígenes de Roma
permanecen más en el lado de las tinieblas que en el de la luz”. En realidad, podríamos retrotraernos hasta época de los Neandertales,
cuando se recogen los primeros vestigios de asentamientos humanos, siendo el
más antiguo los restos en el sitio de Valchetta, de unos 65.000 años de
antigüedad. El siguiente salto alcanza hasta la Edad del Hierro y la llegada de
las migraciones Indoeuropeas en la Península Itálica, siendo la segunda oleada
la correspondiente al grupo Latino-Falisco, poblaciones que ocuparon el valle
del Tíber, limitados al norte por los Etruscos, al sur por los Volscos y al noroeste por los
Sabinos.
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Mapa de las lenguas de Italia durante la Edad del Hierro, ca. s. VI a.C. (imagen de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/98/Iron_Age_Italy-es.svg)
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Para
conocer el proceso de fundación de Roma, contamos con varias fuentes:
- La tradición literaria.
- Una documentación arqueológica en
continuo crecimiento.
- Importantes inscripciones de época
arcaica.
No es
precisamente difícil encontrarse con investigadores modernos que oscilan entre
la aceptación completa o el rechazo absoluto de la tradición literaria y su
estudio a partir de las fuentes comentadas. Nosotros, acompañados siempre del
beneficio de la duda, haremos caso a Aristóteles y buscaremos la virtud que
guarda el punto medio.
¿Por qué se escogió el emplazamiento de Roma para fraguar un
asentamiento humano? Sin duda desde tiempos remotos el lugar ya guardaba su
importancia como intersección de vías acuática y terrestre, pues, atravesando
el vado de la isla Tiberina, conectaba las regiones de Etruria al norte y
Campania al sur, o lo que es lo mismo, las civilizaciones de los Etruscos y la
Magna Grecia. Además de contar con un importante suministro de agua, Roma se situaba a
pocos kilómetros de la costa, y con un fácil acceso y control a la vía Salaria.
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Mapa del hipotético trazado de la vía Salaria que conectaba las dos costas de Italia (imagen de http://www.paleani.it/Stradari/salaria/center-salaria.htm)
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El primer
asentamiento Preurbano se constituyó en el Monte Palatino, con evidencias
arqueológicas que se remontan al siglo XIV a.C. Después, la ocupación se
extendería hacia el Quirinal y el Esquilino, y prueba de su éxito
fue la proliferación de una densa red de aldeas entre Roma y Ostia, que se
fraguó entre finales de la Edad del Bronce y comienzos del Hierro. Contrariamente
a la formación de la Urbe por excelencia a manos de un fundador que
establecería un asentamiento uniforme, Roma fue el resultado de la unión de
diversas aldeas a lo largo de varios siglos, hasta desembocar en un centro
urbano, proceso conocido como Sinecismo. La leyenda de Rómulo solo denotaría al
gestor de la primera unificación de los núcleos urbanos en una sola entidad
urbana.
1. La fundación legendaria
Si
tenemos que basarnos en la tradición asumida por los autores antiguos,
encontramos dos tipos para la fundación:
- Las Tradiciones Legendarias, con numerosas variantes del
pasado mítico del Lacio y Roma.
- La Tradición Histórica de los Reyes de Roma, donde se
reducen los márgenes de error para los historiadores.
Sobre la
cuerda floja de ambas tradiciones se encuentra Rómulo, personaje legendario que
cierra el pasado mítico al convertirse en el primer rey e iniciador de la
historia de Roma. Para la tradición, Roma fue fundada en el 753 a.C. a orillas del Tíber y
de la mano de dos personajes legendarios, Rómulo y Remo, hijos del dios Marte y
de la sacerdotisa Rea Silvia. Esta sacerdotisa era hija del rey Numitor, quien
había sido destronado por su hermano Amulio. El nuevo rey, precisamente
preocupado por un nuevo derrocamiento, ordenó a su sobrina convertirse en
Vestal para mantener la virginidad, lo que no fue impedimento para que Marte la
dejase embarazada. Nacidos los dos gemelos y temiendo que reclamasen su
legítimo trono en la madurez, Amulio optó por abandonarlos en el río, pero el
destino quiso mantener a las dos criaturas a salvo, encallando a tan solo 25 km
del mar; en ese lugar fueron alimentados por la loba Luperca (la Loba
Capitolina, símbolo de la ciudad).
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Óleo, 1617. "Marte y Rea Silvia", Peter Paul Rubens (imagen de http://jto.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/2013/01/fa20121011a2a.jpg)
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Más tarde
serían encontrados y adoptados por dos pastores, Faústulo y su esposa Acca
Laurencia; es curioso que el propio Livio ya se plantease la veracidad de estos
hechos cuando afirma que Laurencia se dedicaba a la prostitución, pues en el
vocabulario de los pastores la lupa o
loba era sinónimo de prostituta. Una vez adultos, Rómulo y Remo, efectivamente,
destronaron a Amulio y devolvieron el poder a su abuelo Numitor, para después
marchar a fundar una nueva ciudad en las tierras que su abuelo les regaló
(conocidas como Septimontium), en el
mismo lugar donde la loba los amamantó y que muy pronto se poblaría con el
excedente de población latina y albana, un hecho que coincide con el proceso de
formación de una apoikia griega, para
evitar una crisis interna. Como al ser gemelos ninguno se ponía de acuerdo
sobre quién debía erigirse en fundador de la ciudad, ambos decidieron buscar
augurios; Rómulo se estableció en el Palatino y Remo en el Aventino. Según
Livio, Remo fue el primero en avistar seis buitres como augurio, pero más tarde
Rómulo avistó el doble de buitres, así que cada uno fue proclamado rey por su
propia multitud, unos excusándose en la anticipación en el tiempo, y otros en
el número de aves. En medio de las disputas, Rómulo asesinó a su hermano Remo,
y así la ciudad tomó el nombre del primero (otra tradición argumenta que, para
burlarse, Remo saltó las "murallas" de su hermano, quebrantando así el espacio
sagrado o Pomerium, y matándolo en
consecuencia). La fecha clásica de la fundación se fijó el 21 de abril: Dies Natalis
Urbis Romae.
Las primeras fuentes que nos informan sobre esta fundación legendaria son
de origen griego; ¿por qué los historiadores griegos se interesaban por Roma?
Principalmente porque querían integrar el mundo que les rodeaba dentro de la
Hélade; Helánico de Lesbos escribió en el s. V a.C. que Eneas, único héroe
troyano que sobrevivió a la guerra, llegó al Lacio y fundó Roma después de que
Rhome, una de las mujeres que le acompañaban, quemase las naves. Otros
historiadores amplían la leyenda: según Tito Livio, Eneas fundó la ciudad de
Lavinium tras alcanzar una alianza con el rey Latino (gobernante del Lacio y
descendiente de Heracles), consensuada matrimonialmente con la hija de dicho
rey, Lavinia. Gracias a ese matrimonio Eneas obtuvo los terrenos necesarios
para la fundación de Lavinium. De esta unión nacería Ascanio, heredero de los territorios
de su padre y su abuelo, y fundador de Alba Longa, donde se formaría una línea
de sucesión que llegaría a Rómulo y Remo. Contar con orígenes griegos era sinónimo de nobleza en
la Antigüedad, y por tanto los romanos la aceptaron sin dificultad, vinculando
así a Eneas con Rómulo. Al principio se interpretó que había una línea directa,
como abuelo y nieto respectivamente, pero como en el siglo III a.C. se dató la
caída de Troya en torno al 1184 a.C., surgió un vacío temporal entre ambos
personajes, de ahí que en el siglo II a.C. se crease la Dinastía Albana o
Silvia (según se escoja el nombre de la ciudad, Alba Longa, o su fundador,
Silvio), que desembocaría en Amulio, último descendiente de Ascanio.
Centrándonos en el aspecto socioeconómico, los habitantes del área de
Roma y alrededores se dividían en aldeas de pastores y campesinos, repartidos
entre las elevaciones del terreno y los minúsculos valles que las separaban. En
contraste con sus vecinos, estos aldeanos vivían al margen del desarrollo
económico y cultural, al contrario que los etruscos del norte, los campanios y
los griegos del sur. La pobreza de los susodichos coincide con la leyenda, pues
nada más fundar la ciudad se nos dice que Rómulo la pobló rápidamente con
prófugos, refugiados y desarraigados de otras ciudades latinas.
Esto le otorga mayores similitudes con un oikistés,
lo que implica que no solamente creó la ciudad físicamente, sino que también le
proporcionó su primera constitución. El problema fundamental es que la nueva
ciudad nunca prosperaría debido a la práctica exclusividad de varones entre sus
habitantes. La solución la encontrarían en una de sus prácticas habituales: el
robo y el secuestro; poniendo sus ojos sobre las mujeres de la tribu sabina que
habitaban en la colina del Quirinal, los romanos invitaron a sus vecinos a
participar en una gran fiesta con carreras de carros y banquetes, y
aprovechando la embriaguez y sueño de los sabinos, raptaron a las mujeres. El engaño
provocaría una guerra, resuelta por la
intervención
de las mismas mujeres sabinas, alcanzándose un acuerdo de doble monarquía entre
los Romanos y los Sabinos. Gracias al control del vado natural del río entre
Etruria y la llanura Latina, ambas comunidades salieron beneficiadas con el
crecimiento económicos, hasta terminar unificadas.
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Óleo, 1799. "El rapto de las sabinas", Jacques-Louis David (imagen de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/0f/F0440_Louvre_JL_David_Sabines_INV3691_rwk.jpg)
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2. El proceso de formación histórica
Como
se sospecha, la leyenda tiene elementos de realidad. Al parecer, existiría un
exceso de población en ciudades como Lavinium o Alba Longa; de hecho, una
ceremonia tradicional romana conocida como Ver
Sacrum (primavera sagrada), consistía
en consagrar la cosecha del año siguiente a un solo dios, sacrificándose todos
los animales, y los niños nacidos durante aquella cosecha marcharían a buscar
nuevas tierras una vez adultos. Para Dionisio de Halicarnaso (I, 89), Roma era:
“Un refugio de bárbaros, fugitivos y vagabundos; mostrando que es la ciudad más
hospitalaria y amigable, reflexionando que el linaje de los aborígenes era
enotrio, y éste arcadio. Recordando que a ellos se unieron los pelasgos, que
eran argivos y tras dejar Tesalia llegaron a Italia. Ya la llegada de Evandro y
los arcadios, que habitaron cerca del Palatino, los aborígenes les cedieron el
lugar. Además los peloponesios que llegaron con Hércules se instalaron sobre la
colina Saturnia. Finalmente los que abandonaron Troya y se mezclaron con los
anteriores. Así que no se podría encontrar un pueblo tan antiguo ni tan
griego…”.
Si
atendemos a la arqueología, se han encontrado cerámicas de la Cultura
Apenínica, datadas en torno al 1000 a.C., por lo que, con toda seguridad,
existió un pequeño asentamiento en la colina Capitolio, que se acompañaría de
otro asentamiento en Sant’ Omobono, el cual se encuentra en la vertiente de la
colina opuesta al Foro, donde se hallaron restos de templos de
época
arcaica. Los datos arqueológicos aumentan desde el Bronce Final, cuando se
inicia la Cultura Lacial, momento en el que ya existe un poblamiento permanente
tanto en el Capitolio como en el Quirinal y Esquilino, con sus correspondientes
necrópolis; dicha cultura dará lugar a la Cultura Vilanoviana, al tiempo que se
desarrolla la cultura etrusca. Ya en el s. VIII, se comprueba un aumento de
población, abundancia de materiales, riqueza y un nuevo metal: el Hierro.
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Mapa de las prácticas funerarias en Italia durante la Edad del Hierro. Obsérvese la confluencia cultural en la que se encontraba Roma (imagen de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Italy_Iron_Age_incineration_inhumation.svg)
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Este
último fenómeno es fruto del inicio de la Colonización Griega y puede que
incluso fenicia. Hacia el 770 se fundó en el golfo de Nápoles la colonia de
Pitecusas, y más tarde Cumas, y a partir de ahí siguieron nuevas colonias. Esta
ampliación de la red urbana en el territorio da cabida a una arquitectura
monumental y tumbas que ahora se harán comunales, lo que consolidará el
concepto de Gens, que implica a su
vez una diferenciación social, surgiendo familias ricas y poderosas, que podría
derivar en monarquías. La aparición de restos arqueológicos en el Palatino,
consistentes en un lienzo de muralla con una puerta, han hecho creerse la
existencia de la primera fundación en aquella colina, pues el muro ha sido
datado hacia el 750 a.C., y sería la fortificación más arcaica, en torno a la
cual, además, se celebraban las Lupercalia cada 15 de febrero, pues en el mismo
Palatino estaba la cueva Lupercal.
Al
margen de la fantasía pero no demasiado alejada de ella, lo cierto es que la
fundación fue un proceso progresivo de instalación de tribus latinas en el área
de las tradicionales Siete Colinas, con pequeñas aldeas en cada una de sus
cimas, que terminaron fusionándose entre los siglos IX-VIII a.C. En este
sentido, para las historiadores cobra mayor relevancia la figura del rey
etrusco que terminó dando su verdadera fisonomía a la ciudad con una obra
urbanizadora a finales del s. VII a.C.
Por los
textos antiguos (Ab urbe condita de
Tito Livio), sabemos que la fundación de Roma se hizo muy cercana a la Isla
Tiberina, y el lugar en el que se emplazó la ciudad era insalubre e
inhóspito, ya que estaba al lado de pantanos y aguas estancadas, rodeados de
una serie de colinas que servían como perímetro del lago. Esto es ilógico en cuanto a fundación satisfactoria de una ciudad por Rómulo y Remo, pero la realidad es
que los primeros colonos desecaron los pantanos en dos ocasiones para hacer
habitable el lugar.
Cuando
los núcleos latinos del Quirinal, Esquilino y Celio se fusionaron con los del
Palatino, fortificaron el recinto habitado, y así se inició la primera fase de
la Roma urbana hacia el siglo VIII a.C., conocida como Roma Quadrata. Durante una segunda fase, el perímetro de la ciudad
se extendió al monte Capitolino y al valle que lo separaba del Palatino, lo que
luego sería el Foro. En esta zona es precisamente donde se llevarían a cabo las
construcciones más significativas, como la Cloaca Máxima, el Tullianum y el Foro. A propósito de
esto, en torno al 650 a.C. es cuando está registrado el gran cambio: los datos
procedentes de las excavaciones realizadas por Gjerstad han hecho saber que
hacia esa fecha las cabañas de la zona del Foro fueron derribadas, y se crea el
Primer Foro con un pavimento, el cual fue renovado hacia el 625 a.C., extendiéndose también hacia el noroeste para crear el Comicio. En el último cuarto
del s. VII se construyó al este del foro la Regia (residencia del Rex), una suerte de palacio que guardaba
similitudes etruscas. En esta misma época se construyó otro
edificio, la Curia Hostilia, lugar de reunión del Senado. Hacia el 580 el
Comicio fue remodelado y en su lado meridional se construyó un santuario, que
debió ser el Vulcanal. En el primer tercio del s. VI a.C. hay indicios de
actividad
donde
más tarde se construiría el Templo de Vesta, donde se guardaba el fuego sagrado
de Roma. Y finalmente, en el segundo tercio del s. VI, se documenta en el
Capitolio los restos de un templo de Júpiter, que sería directo antecesor para
el gran templo de Júpiter Capitolino. De
esta forma, en un siglo se construyeron los principales edificios, por lo que
ya existía una Civitas además de una Urbs, pues por urbs se entiende al conjunto de edificios, mientras que la Civitas es la comunidad, o lo que es lo
mismo: la ciudad existe porque hay ciudadanos conscientes de pertenecer a una
misma comunidad.
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Esquema básico del Foro antiguo, donde se señalizan en rojo los edificios primigenios ya mencionados (imagen modificada de Millar, 1998, y https://historicodigital.com/wp-content/uploads/fororomano.jpg)
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Ninguna de estas edificaciones se habría podido llevar a cabo
sin la Previa Desecación de las zonas pantanosas entre colinas. La
Primera Desecación, por hallazgos arqueológicos, se produjo en el 625 a.C., y
la Segunda Desecación en el 575 a.C.; sólo después de esa segunda desecación
fue posible el asentamiento, siendo Ruma
(“río” en etrusco) la que dio nombre a la ciudad, lo que implica que ya había
etruscos en el asentamiento primitivo, ingenieros etruscos como Vulca
(mencionado por Livio). Dado que el asentamiento es imposible con pantanos, la
fundación del 753 a.C. es inexistente, quedando sustituida la Fundación Mítica por
la versión arqueológica de Formación (teoría de Müller-Karpe), una teoría
asegurada en los años 70 por los arqueólogos Hanell y Gjerstad, quienes
defendieron que Roma no podría haber existido antes del año 600. Poniendo todo
en relación, resumimos así las dos grandes teorías que sirven para explicar
cuál fue el origen de Roma, teorías surgidas en los 50 y 60 del s. XX:
- La Stadtgrundung
afirma que existió una fundación en un momento dado, al igual que pensaban los
propios romanos y como afirman las fuentes antiguas.
- La Stadtwerdung
apuesta por una formación, existiendo múltiples variantes para esta; la teoría
más reconocida es que existiera un poblado en el Palatino, que se extendió por
el foro y el resto de colinas. Otros en cambio piensan que habría dos núcleos
originales: Capitolio-Quirinal y Palatino-Foro, que se desarrollaron
paralelamente y se fusionaron definitivamente a lo largo del s. VIII.
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Sección monumental de la Cloaca Máxima (imagen de https://primumgradus.files.wordpress.com/2021/04/c-loaca.jpg)
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3. Pistas en la Leyenda para revelar la Historia
Otro
problema histórico a tratar es el de la Liga del Septimontium, una liga (en el sentido griego) de ciudades unidas
por motivos religiosos; pero en este caso, sería la unión de las primeras
comunidades asentadas en las siete colinas, y reunidas anualmente para celebrar
una fiesta en honor a una divinidad. Sin embargo, no sabemos exactamente si se
reunían todas las colinas o había más de siete colinas, en la referencia de montium (montes) y no coles (colinas). Porque Mons-Montis
puede significar “monte”, pero también “comarca”, “región” o “distrito”; la
realidad es que hay colinas en la geografía, pero no en la historia, porque
además Septi no es declinable, por
lo que no puede ser entendido como el numeral Septem (siete), sino que procede de un término del latín arcaico Saeptus-i (vara, estaca, palo hincado
en el suelo o empalizada en plural). De este modo, Septimontium significaría “zona o distrito con empalizada o fortificada”.
Por
tanto, más que la influencia religiosa prima la influencia defensiva. Sólo
habría cuatro colinas importantes: Palatino, Esquilino, Capitolio, Celio, es decir, las correspondientes con la “Ciudad de las Cuatro Regiones”
de Livio y al Murus Terreus de Servio Tulio, una primitiva
muralla que coincide con la Roma
Quadrata de la tradición, basado en un
terraplén de tierra o agger-ris.
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La Roma Quadrata de Livio (ciudad de las cuatro regiones), enmarcadas por el Murus Terreus de Servio Tulio (imagen modificada de https://historicodigital.com/wp-content/uploads/siete-colinas-roma.jpg) |
Aceptados
estos datos, la ciudad se va formando en un proceso histórico muy lento; para
este proceso, sólo hay dos maneras de que se genere esa ciudad:
- La Tesis Sinecista: recogiendo el modelo de polis griega,
esta tesis defiende que la ciudad se formó por el acuerdo o pacto tácito no
escrito de las entidades o grupos de población originarios a favor de un
territorio común en el que asentarse para compartir, procediéndose después al
sinecismo (sinoikismus) o unión de
esas comunidades (komes en griego).
- La Tesis Monocéntrica o Unitaria: surge para contradecir la
tesis anterior, que se derrumba al desconocerse los nombres de esas comunidades.
Se defiende el desarrollo de un solo núcleo, que aunque tenga un pequeño
territorio al principio, inicia un lento proceso de expansión por imposición,
para conseguir un territorio de producción suficiente que alimente a la
creciente población. Si esto es así, es lógico que se quisiera preservar lo
conseguido mediante una empalizada, septimontium.
La
corriente Hipocrítica o Hipercrítica se fía, por un lado, de las fuentes
literarias (hipocríticos), y por otro de las fuentes arqueológicas (hipercríticos),
primando los últimos, porque las fuentes escritas nos hablan de hechos muy
anteriores a la redacción de esas fuentes.
El
proceso histórico en sí se rige por cinco pautas en la génesis de la ciudad;
tanto los textos como la arqueología nos evidencian un cambio sustancial de
las Colinas al Valle, es decir, de hábitat disperso a concentrado, durante el Periodo 4B de la Arqueología Lacial, ca.
580 a.C., coincidiendo prácticamente con el periodo de Desecación del Foro.
Este cambio hace que las Aldeas Independientes se constituyan en Liga,
pero para que pueda haber una configuración urbana, primero tiene que haber una
Desecación del Territorio. Existe convergencia de datos en las fuentes
literarias y arqueológicas cuando se descubre que el Templo de Vesta fue de los
primeros en ser construidos, y además, Rómulo y Remo eran descendientes de una
sacerdotisa vestal, al igual que la Curia Hostilia, lugar de reunión fechado
hacia el 600 a.C., o la Regia, que albergaba el Lapis Niger y residencia del rex).
Con estos tres restos más antiguos, queda claro que después de la desecación
vino la Configuración del Área Urbana, con una funcionalidad para cada
espacio; y definitivamente, cuando tenemos vestigios de una organización
política (monarquía, senado y templo), se nos evidencia la Constitución de
la Ciudad.
Para que
una ciudad sea identificada como tal, tiene que haber una diferenciación clara
entre Urbs y Ager, entre espacio urbano y campo, entre los Vici y los Pagi; el ager es todo aquello que no es ciudad,
mientras que la urbs es un conjunto
de vici o aldeas, y los pagi el territorio de esas aldeas. Todo
ese conjunto forma el AGER ROMANUS ANTICUUS. El área urbana romana va a ser ab origine muy extensa, más de lo normal (unas 285 ha),
al ser una suma de vici, mientras que el resto de las ciudades
del Lacio está en torno a unas 40 u 80 ha; con tal extensión, por suma de
elementos menores con sus propios territorios, hace pensar que Roma sigue el
modelo de las polis griegas.
¿Por qué Roma surge con esa magnitud y no otras
ciudades? El Lacio,
como zona central de la Península Itálica, no tiene un desarrollo muy distinto
de otras áreas; sin embargo, la Cultura Vilanoviana y Subapenínica, una al
norte y otra al sur del Lacio, hace que en esta región central se crucen y converjan, sin que una predomine sobre la otra. La Cultura
Vilanoviana es una cultura metalúrgica, con algunas actividades agrícolas en el valle del Po, mientras que la Cultura Subapenínica es pastoril; ninguna de las
dos culturas llegó a dominar la parte septentrional y meridional del Lacio, y
se supone que en Roma, con su área territorial, demostraría lo mismo, a pesar
de que en la parte septentrional hubiera más restos metalúrgicos, y en la parte
meridional más restos pastoriles. Y es más, la cultura vilanoviana practicaba
rituales funerarios crematorios, mientras que la subapenínica practicaba
rituales de inhumación, algo que vuelve a repetirse en Roma. Por tanto, se
podría establecer el límite entre esas dos culturas en la misma Urbs, y demuestra que la ciudad está ubicada en un lugar estratégico excepcional.
Conocemos
hasta un total de 39-40 ciudades del Lacio, en lugar de las famosas 29 ciudades
de Livio, y lo cierto es que ninguna de estas ciudades cumple con todos los
elementos que tiene Roma, ya sea Oppidum,
Agger, Muralla, Elementos de culto
y Ager (mezcla de vici y pagi), y en ninguna aparecen todos juntos estos elementos, salvo
Roma, una ciudad privilegiada que pasará rápidamente de 50 ha a 285, y hasta 486 cuando levantó una fuerte
muralla; sólo en tamaño se la puede comparar con ciudades griegas. Llega un
momento en que las ciudades latinas amenazadas por el crecimiento romano se
unieron en una Liga Latina, y en el 504 a.C. se enfrentaron a Roma en la
Batalla de Aricia, venciendo los romanos, quienes para entonces consideraron a
los latinos como “socii” o aliados.
También, al estar
al lado del Tíber, Roma cuenta con un fácil desplazamiento hacia el norte y un control comercial mediante la vía Salaria, entre la zona apenínica y
etrusca. Ese control permite la garantía del comercio con estos pueblos, por lo
que Roma ya no tiene que depender de la agricultura y el pastoreo, porque obtiene
el control del intercambio y del acceso al mar, cosa que no tienen las ciudades
latinas. Y además, Roma asegura una política de afianzamiento sobre sus
aliados, con un poder económico y militar que no pudieron llegar a tener otras
ciudades latinas. Es decir, desde el principio Roma fue una potencia; sólo la
muralla, como uno de los cinco elementos, es símbolo de poder de las ciudades.
Incluso las ciudades latinas intentan emular a Roma, mientras que los romanos
buscan integrar a los latinos para crecer. Como colofón, aquí dejamos unas palabras de Livio (I, 6-7):
"Como al
ser gemelos ni siquiera el reconocimiento del derecho de primogenitura podía
decidir a favor de uno de ellos, a fin de que los dioses tutelares del lugar
designasen por medio de augurios al que daría su nombre a la nueva ciudad y al
que mandaría en ella una vez fundada, escogen Rómulo el Palatino y Remo el Aventino,
como lugares para tomar los augurios. Cuentan
que obtuvo augurio, primero, Remo: seis buitres. Nada más anunciar el augurio,
se le presentó doble número a Rómulo, y cada uno de ellos fue aclamado como rey
por sus partidarios. Reclamaban el trono basándose, unos, en la prioridad temporal,
y otros en el número de aves. Llegados a las manos en el altercado
consiguiente, la pasión de la pugna da paso a una lucha a muerte. En aquel
revuelo cayó Remo herido de muerte. Según la tradición más difundida, Remo, para
burlarse de su hermano, saltó las nuevas murallas y, acto seguido, Rómulo,
enfurecido, lo mato a la vez que lo increpaba con estas palabras: ‘Así muera
en adelante cualquier otro que franquee mis murallas’. Rómulo, por consiguiente,
se hizo con el poder en solitario; la ciudad fundada recibió el nombre de su fundador".
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Ilustración con el posible aspecto del primer templo de Júpiter Óptimo Máximo en el Capitolio (fotografía propia en los Museos Capitolinos, Roma)
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Fuentes:
Dionisio de Halicarnaso: Antigüedades romanas.
Tito Livio: Historia de Roma desde su fundación.
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