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Anicia "ad portas"

 

Se suele asociar el final del Imperio Romano de Occidente con decadencia, corrupción y la consabida invasión de los pueblos bárbaros en la cultura popular, y los que han leído un mínimo de historia romana saben de los diversos saqueos que sufrió la ciudad de Roma en el s. V, siendo especialmente famoso el protagonizado por los visigodos de Alarico en el año 410. Cuando se utiliza la palabra saqueo, en nuestras mentes se visualizan escenas de asedio, hambruna, destrucción premeditada, incendios, violaciones, expolio de botín y muerte. Pero de entre toda esta cortina de humo, y aportando luz a los posibles hechos ocurridos, Salve, Qvirites rescata la casi olvidada figura de Anicia Faltonia Proba, mujer que abrió las puertas de Roma a los visigodos.

 

"Alarico en Roma" (1888), de Wilhelm Lindenschmit. Ilustración del catálogo de la III Exposición Internacional de Arte celebrada en el Palacio de Cristal de Munich (imagen de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Glaspalast_1888_081.jpg)

¿Quién era esta mujer nacida en torno al año 370? No son muchos los datos que abundan de ella, así que intentaremos exprimirlos al máximo. Echemos un vistazo a su familia:

  • Abuela: Faltonia Betitia Proba, una afamada poeta cristiana de la que solo conocemos una obra, el Cento Virgilianus de laudibus Christi, dirigido al emperador Honorio hacia el 393 y con mucha popularidad en la Alta Edad Media[1]. Se casó con Clodio Celsino Adelfio.
  • Padre: Quinto Clodio Hermogeniano Olibrio (ca. 330-384)[2].
  • Madre: Turrania Anicia Juliana (nacida después del 340).
  • Esposo: Sexto Claudio Petronio Probo (ca. 328-388)[3].
  • Hijos:
    • Flavio Anicio Hermogeniano Olibrio, casado con Anicia Juliana, con quien tuvo una hija, Demetria[4].
    • Flavio Anicio Probino[5].
    • Flavio Anicio Petronio Probo[6] (cónsul del 406).
    • Anicia Proba.

De todo esto se concluye que nuestra protagonista estaba relacionada con tres importantes familias aristocráticas (Petronios, Olibrios y Anicios), corroborado por dos inscripciones del 395 en las que fue descrita como hija, esposa y madre de cónsules. Sus dos abuelos (de rango senatorial), pertenecían a la gens Petronia[7] (de origen sabino), pero su padre se casó con Turrania, de la gens Anicia, con origen plebeyo; esta familia, aunque de sangre menos azul, había conseguido codearse con los más poderosos gracias a convenientes matrimonios que la emparentaron con los ilustres Annios, Olibrios o Petronios, lo que le permitió acumular riqueza y acceder con frecuencia al consulado. Los Anicios supieron moverse tan bien que hasta fue el primer linaje del Senado en convertirse al Cristianismo.

 

Dibujo de uno de los epígrafes de Faltonia Proba (CIL VI, 01755), datado en el 395, con la inscripción: Aniciae Faltoniae / Probae, fidei nobilita-/-tis antiquae orna-/-mento Anicianae / familiae servandae ac / docendae castitatis / exemplo, consulum / proli, consulum ma-/-tri Anicius Hermoge-/-nianus Olybrius v̅(ir) c̅(larissimus) / consul ordinarius / et Anicia Iuliana c̅(larissima) f̅(emina) / eius devotissimi filii / dedicarunt. El dibujo se conserva en la Biblioteca Nacional Vittorio Emanuele III de Nápoles, y el epígrafe en el museo Lapidario Cristiano ex Lateranense de los Museos Vaticanos, Roma (imagen de http://www.edr-edr.it/foto_epigrafi/immagini_uso/127/127595.jpg?dummy=1708942715)

Después se casó con su primo Sexto Claudio Petronio Probo, también de la gens Anicia (de la rama veronesa) por ser hijo de Petronio Probino[8], y así alcanzó el culmen de su prestigio social. Resultan interesantes las palabras de Amiano Marcelino (XXVII, 11, 1-2) sobre Probo:

Este Probo era un hombre conocido en todo el imperio por la nobleza de su estirpe y por la riqueza de su patrimonio, un patrimonio que le permitía tener posesiones casi en todo el mundo, sin que me corresponda a mí juzgar si lo había conseguido por medios lícitos o ilícitos. A este Probo parecía guiarle una doble fortuna con sus rápidas alas – pues así es como la representan los poetas –. Y es que, a veces, se mostraba generoso y propicio para el ascenso de sus amigos. Pero en cambio otras veces parecía un cruel acusador y una persona malvada, que se dejaba llevar por una cólera sangrienta. Y aunque tuvo mucho poder mientras vivió, ya que hizo donaciones y alcanzó numerosas magistraturas, sin embargo, en ocasiones, se comportaba como una persona timorata ante los audaces creciéndose sólo frente a los pacatos. No en vano parecía que, cuando tenía confianza en sí mismo, actuaba con el trágico coturno y, en cambio, cuando sentía temor, era como el más humilde de todos los actores de comedia”.

Viuda desde el año 388-389[9], Anicia no perdió su estatus; desde su villa del Pincio mantuvo una activa vida cultural, que, como cristiana, se focalizó en rodearse de los intelectuales cristianos más destacados de su tiempo; aquí tendríamos que destacar a tres celebridades:

  1. Agustín de Hipona, de la región de Numidia: un pagano convertido al cristianismo en 385 y que, diez años después, alcanzó el obispado en la colonia de Calama (Argelia). Llegó a escribir para Anicia sus cartas 130 y 131, y la citó en su obra De Bono Viduitatis (24).
  2. Juan Crisóstomo, nacido en Antioquía: alcanzó el obispado de Constantinopla, denunciando los excesos del emperador Arcadio y Eudoxia, siendo por ello desterrado a Armenia. Escribió para Anicia Proba su carta 169.
  3. Jerónimo de Estridón: aunque no la conoció, describió a Anicia como “la persona más ilustre entre todos los grados de nobleza existentes en el mundo romano”.

Si alguien no se ha dado cuenta todavía, tan solo nos faltaría Ambrosio de Milán para que Anicia formase un póker con los Cuatro Padres de la Iglesia Occidental. Si eso no es ser famosa, no sé qué más lo puede ser, y a pesar de ello ha caído en el olvido.

 

Sarcófago de Sexto Claudio Petronio Probo, pagado por su viuda Anicia, conservado en los Museos Vaticanos (imagen de https://i.pinimg.com/originals/b3/b8/bf/b3b8bf515c5864601cd78720422295ef.jpg)

Y llegamos al suceso cumbre de esta publicación y de la vida de nuestra protagonista: el verano del 410; dos años antes los visigodos de Alarico habían conseguido entrar en Italia y comenzaron su saqueo. Roma estaba completamente desvalida, pues el emperador Honorio andaba demasiado ocupado en Rávena rechazando otro ataque visigodo. Pero teniendo en cuenta su tamaño y defensas, la ciudad todavía era capaz de resistir durante un tiempo el asedio, a pesar de que su prefecto, Prisco Átalo, se había unido a Alarico con el propósito de usurpar el trono de Honorio. El caudillo visigodo estaba dispuesto a esperar el tiempo que fuese necesario para tomar la antigua capital, y muy inteligentemente estranguló los acueductos para forzar la rendición por hambre y sed.

Sin embargo, el enemigo no entró en la ciudad por la fuerza, pues un 24 de agosto alguien abrió desde dentro la Puerta Salaria[10], permitiendo el inicio del saqueo. Las versiones sobre la mano responsable varían: para unos fueron esclavos godos que Alarico regaló a algunos patricios, como un caballo de Troya, para que luego abriesen las puertas de la ciudad. Pero es un autor cristiano, Procopio de Cesarea (BV, I, 2, 27), quien atribuyó el mérito de lo ocurrido a Anicia Faltonia Proba, quien no pudo soportar por más tiempo el sufrimiento de la población por culpa de la carestía, y por ello se lanzó a abrir las puertas a los visigodos. Es muy posible que este rumor fuese propagado por enemigos o desafectos de Anicia, a quien considerarían poco menos que una traidora; sin embargo, ha terminado por calar la perspectiva cristiana, que contempló lo ocurrido como un acto de caridad para aliviar la penosa situación de la población romana sitiada. 

 

Aguafuerte, 1747. Aspecto de la Puerta Salaria según nos describe Giuseppe Vasi; hoy la estructura no existe, demolida en 1921 para permitir el tráfico moderno (imagen de https://asset.museum-digital.org/san/images/76/34422-wg-b-205/porta_salaria_-_das_salar/porta-salaria--das-salaria-tor-34422-289231.jpg)

Después de estos sucesos solo sabemos que Faltonia Proba consiguió huir a su África natal junto con su nuera, Anicia Juliana, y su nieta, Demetria, encontrando refugio en Cartago. Pero allí fueron apresadas por Heracliano, comes Africae, bajo la sospecha de haber apoyado la insurrección de Prisco Átalo; la libertad solo les llegó gracias a la fortuna familiar, pues vendieron el resto de sus posesiones, y con ello pagaron un soborno a Heracliano, quien, gracias a esa fortuna, pudo ser nombrado cónsul en 413 y rebelarse contra Honorio.

Ahora sí, viuda y sin riqueza, Anicia pudo llevar una vida plenamente cristiana, consagrándose a Dios a través de la venta de unas propiedades que había heredado del Próximo Oriente para regalar el dinero a la Iglesia y a los pobres. Tras su fallecimiento en 432 con unos 62 años, supuestamente su cuerpo fue trasladado a Roma para ser enterrado junto al de su esposo Probo en la basílica de San Pedro.

 

Fuentes:

L'Année Épigraphique (AE): 1997, 0166.

Agustín de Hipona: Cartas / De bono viduitatis.

Amiano Marcelino: Historia.

Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL): CIL VI, 01755.

Carmina Latina Epigraphica (CLE).

Epigraphik-Datenbank Clauss/Slaby (EDCS).

Epigraphic Database Roma (EDR): EDR127594, 127595 y 127599. 

Juan Crisóstomo: Cartas.

Jerónimo: Epistolario.

Last Statues of Antiquity (LSA): 1462.

Procopio de Cesarea: Guerra Vándala.

Bibliografía:

Jones, A. H. M. et al. (1975): The Prosopography of the Later Roman Empire. Vol. I 260-395, 732-733 (Proba 3), 734-735 (Probinus 1), 736-740 (Probus 5), Cambridge, Cambridge University Press.

Laurence, P. (2002): “Proba, Juliana et Démétrias. Le christianisme des femmes de la ‘gens Anicia’ dan la première moitié du Ve siècle”, REAug, 48, 142-144.

Machado, C. (2011): “Roman Aristocrats and the Christianization of Rome”, en Brown, P. y Lizzi Testa, R. (eds.), Pagans and Christians in the Roman Empire: the Breaking of a Dialogue (Christianity and History, vol. 9), Berlin, LIT Verlag Münster, 493-516.

Martindale, J. R. (1980): The Prosopography of the Later Roman Empire. Vol. II A.D. 395-527, 913-914 (Probus 11), Cambridge, Cambridge University Press.

Pedregal Rodríguez, M. A. (2005): “Faltonia Betitia Proba, Anicia Faltonia Proba y Demetríade, ‘adorno’ de los ‘Anicii’”, en González González, M. y Pedregal Rodríguez, M. A. (coords.), Venus sin espejo: imágenes de mujeres en la Antigüedad clásica y el cristianismo primitivo, Oviedo, KRK, 285-300.

Plant, I. M. (2004): Women writers of Ancient Greece and Rome. An Anthology, Norman, University of Oklahoma Press.

Rodríguez López, R. (2022): Mujeres en los difíciles tiempos del Imperio Romano de Occidente. Nov. Mai. 5, 6, 7 y 9 (458-459 d.C.), ¿, Dyckinson S.L.

Stevenson, J. (2005): Poetas Latinas, Oxford University Press.



[1] De ella dijo San Isidoro: Proba uxor Adelfii Proconsulis y Proba uxor Adolphi mater Olibrii et Aliepii cum Constantii bellum adversus Magnentium conscripsisset, conscripsit et hunc librum. Incluso es citada por Boccaccio en su obra De mulieribus claris de 1361.

[2] Procónsul de África en 361-362, prefecto de Roma en 369-370, prefecto del pretorio de Iliria (376-378), cónsul (379) y prefecto del pretorio de Oriente (379-380).

[3] Procónsul de África en 358, prefecto del pretorio en cuatro ocasiones (de Iliria en 364, de Galia en 366-367 y 380-382, de Italia en 368-375 y de África en 383-384), y cónsul en 371 junto a Graciano, futuro emperador.

[4] Amiga de San Jerónimo, quien la describió como bien educada.

[5] Los dos primeros hijos compartieron consulado en 395 (fecha de la muerte del emperador Teodosio), a petición del Senado, cuando solo eran unos niños, algo insólito.

[6] Cónsul del 406 junto al emperador Arcadio.

[7] En el 455 uno de sus miembros se convertiría en emperador, Petronio Máximo.

[8] Hermano de la escritora Betitia Proba.

[9] Su marido fue enterrado en la basílica de San Pedro, en una tumba que también iba a ocupar ella hasta los sucesos del 410. Cabe destacar el elegante sarcófago que pagó para su esposo y que fue usado durante siglos en la basílica como fuente bautismal.

[10] En el tramo noreste de las Murallas Aurelianas, cerca de las Termas de Diocleciano y el campamento de los pretorianos.

PRIMVS INTER PARES

In corpore sano

Artículo en proceso de redacción.    

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