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Jugando como un legionario

El Harpastum era el juego de pelota más popular en Roma, heredero de la Phaininda (φαινίνδα) o el Episkyros (ἐπίσκυρος) de Grecia, que teorizamos debieron introducirse en los hábitos romanos desde la conquista de Grecia en el 146 a.C.; el término no es más que la latinización del griego ἁρπαστόν, que a su vez deriva del verbo ἁρπάζω (“apoderarse, arrebatar”). Para jugar se requería velocidad, agilidad, y esfuerzo físico. Sin embargo, no debemos imaginar a equipos civiles participando, pues en mayor medida se trataba de un juego de entrenamiento militar, muy útil para tomar el pulso a los nuevos reclutas. Rompiendo mitos, se ha llegado a afirmar que Inglaterra es el país de origen del fútbol porque las legiones de Roma, durante la campaña de conquista dirigida por Claudio en el año 43, introdujeron el harpastum en la isla. Es este uno de los claros ejemplos de manipulación histórica del pasado para engrandecer el presente, pues el juego romano en nada se asemeja al soccer británico.

 

Terracota, s. III a.C. Jugador de Episkyros. Pieza descubierta en Corinto (imagen de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/8/88/Ballgame_player_Louvre_MNC335.jpg/330px-Ballgame_player_Louvre_MNC335.jpg)

 

Exploremos su morfología:

-  El terreno de juego acostumbraba a ser un rectángulo, ya fuese en tierra o hierba (una superficie blanda para evitar lesiones de gravedad), dividido en dos por una línea trazada en el suelo; los márgenes estaban delimitados con cuerdas 

- Se utilizaba una pelota, pequeña y dura, de nombre pilla. Este término acabaría derivando en “pilotta”.




 

En lo referente a las normas exactas, no nos ha llegado un manual o documento específico que nos las explique, aunque los datos básicos permiten especular que guardaba un parecido notable con el actual rugby: 

  1. El número de jugadores por equipo era variable, de 5 a 12, y solía enfrentar a reclutas contra oficiales. Puede imaginarse que más de un jugador aprovecharía la ocasión para desahogar tensiones y odios.
  2. Haciendo uso de toda la violencia necesaria (exceptuando, lógicamente, el asesinato), el objetivo del juego era que un equipo intentase mantener la pelota en su lado de la línea, evitando que los oponentes llegasen a ella. En el momento en el que uno o varios rivales se apoderasen de la pelota, ésta debería ser recuperada, empleando distintas maniobras de pase. Otra posible mecánica, más similar a los deportes modernos, consistiría en llevar la pelota al otro extremo del campo, invadiendo el terreno rival. 
  3. Presumiblemente, solo la persona poseedora de la pelota podía ser “agarrada”, pero la realidad es que todas las peleas entre jugadores solo terminaban cuando alguien conseguía marcar el punto. 
  4. El sistema de puntaje podría lograrse golpeando la pelota contra el suelo del propio terreno de juego o el del rival, según la variedad, pues antes la pelota no debía tocar el suelo.

 

Fresco. Escena identificada tradicionalmente como partido de Harpastum (imagen de https://en.wikipedia.org/wiki/Harpastum#/media/File:Harpastum_romain.jpg)

Como puede apreciarse, sin duda el juego era un método excelente de entrenamiento; en opinión de Galeno, ponía en funcionamiento todo el cuerpo, así como la mente, debido a la estrategia necesaria para las jugadas, de ahí que, posiblemente, sirviera para fortalecer a los legionarios, haciéndoles pensar no como individuos, sino como unidad conjunta que mantenía la disciplina, imprescindible en las batallas, pero también para asegurar el orden en tiempo de paz. No obstante, y aunque el asesinato estaba prohibido, la violencia empleada podría ser tal que no se descarta la opción de muerte como consecuencia de las heridas y lesiones. Piénsese, en última instancia, que no estamos en una época en la que existiesen los derechos humanos: una vez que un soldado entraba a formar parte del ejército, debía estar dispuesto a asumir ciertos riesgos.

¿Qué nos cuentan las fuentes sobre este deporte? Ateneo (1, 14-15) describe lo siguiente sobre el juego:

“Harpastum, que solía llamarse Phaininda, es el juego que más me gusta. Grandes son el esfuerzo y la fatiga que acompañan a las competencias de juego de pelota y las violentas torsiones y vueltas del cuello. De ahí que Antífanes diga, ‘¡Maldita sea!, qué dolor tengo en el cuello’. Él describe el juego así: ‘Agarró la pelota y se la pasó a un compañero de equipo mientras esquivaba a otro y reía. Lo apartó del camino de otro. A otro compañero lo puso a sus pies. Mientras tanto, la multitud resonaba con gritos de ‘fuera de los límites’, ‘demasiado lejos’, ‘justo a su lado’, ‘sobre su cabeza’, ‘en el suelo’, ‘en el aire’…”.

En un caso más particular, se nos dice que Julio César era tan apasionado del juego que, observando poca iniciativa entre los jugadores de un partido, presionó al oficial responsable para que se aumentase la violencia, pues le parecía insuficiente, amenazando a las tropas con cancelar el juego y limitar su uso para las mujeres. Aunque este testimonio no es seguro. Más cómico se muestra Marcial (VII, 32), explicando que el juego es tan polvoriento y duro que Ático prefería correr como ejercicio. Un poeta anónimo escribió sobre un individuo de nombre Pisón:

“No menos lo es tu agilidad, si es tu placer devolver la bola voladora, o recuperarla al caer al suelo, y con un movimiento sorprendente volver a ponerla dentro de límites en su vuelo. Para ver ese juego, la población permanece inmóvil, y toda la multitud abandona repentinamente sus propios juegos”.

Por otro lado tenemos el testimonio de Sidonio Apolinar (V, 17, 7):

“Y ahora el ilustre Filimatius se lanzó resueltamente a los escuadrones de los jugadores, como el héroe de Virgilio, ‘atreviéndose a poner su mano en la tarea de la juventud’; él mismo había sido un jugador espléndido en su juventud. Pero una y otra vez, fue forzado de su posición entre los jugadores parados por el impacto de algún corredor desde el medio, y conducido al medio campo, donde el balón pasó volando o fue lanzado por encima de su cabeza; y no pudo interceptarlo ni detenerlo. Más de una vez cayó boca abajo y tuvo que levantarse de tales derrumbes lo mejor que pudo; naturalmente, fue el primero en retirarse del estrés del juego”.

Las evidencias arqueológicas que dan prueba del Harpastum son escasas, pero relevantes. En los famosos mosaicos de la Villa del Casale (Piazza Armerina, Sicilia), sobresale una escena de juego de pelota entre jóvenes mujeres, aunque no se puede confirmar que éste sea un ejemplo claro de harpastum; más evidente es la escena descubierta en uno de los muchos mosaicos de la ciudad de Ostia, en la que se aprecian unos púgiles con una pelota. Mucho más interesante es la estela funeraria de Gaius Laberius (Sinj, Croacia), un niño de 7 años cuyo busto es representado en relieve, sujetando una pelota de harpastum. La estela se encontró junto a las ruinas del campamento romano de Tilurium (actual Trílj).

 

Estela funeraria de Gaius Laberius en tres cuerpos: superior con remate en forma de templo, central con busto relieve del fallecido, sujetando una pelota en su mano, e inferior con epígrafe, especificándose nombre, edad y posible fórmula HSE (imagen de https://en.wikipedia.org/wiki/Harpastum#/media/File:Tombstone_of_Gaius_Laberius_with_harpastum_ball_in_Sinj,_Croatia.jpg)

Puede que el deporte actual más parecido al Harpastum sea el Calcio Storico florentino, el cual procede de época renacentista, aunque sin duda inspirado en el deporte romano. En este calcio participan entre 27-28 jugadores, distribuidos en cuatro grandes equipos (Azzurri, Bianchi, Rossi y Verdi). Los lectores interesados en disfrutar de este espectáculo tendrán que viajar hasta la Piazza della Santa Croce, en Florencia, donde se organizan tres partidos durante la tercera semana de junio.

 

Mosaico de figuras negras sobre fondo blanco. Apodyterium de las termas de Porta Marina, Ostia. Escena de púgiles con varios objetos deportivos, entre ellos una pelota de harpastum (imagen de https://institucional.us.es/lectioneslatinae/ii-imagenes/lectio-octava/)

Fuentes:

Anónimo: Laus Pisonis o “Panegírico a Pisón”.

Ateneo de Náucratis: Deipnosophistaí o “El banquete de los eruditos”.

Galeno: Ejercicio con pelota pequeña (cf. Singer).

Julio Pólux: Onomástico, 9, 105.

Marcial: Epigramas, VII.

Sidonio Apolinar: Cartas, V.

Bibliografía:

Crowther, N. B. (2010): Sport in Ancient Times, University of Oklahoma Press.

Harris, H. A. (1972): Sport in Greece and Rome, Ithaca (NY), Cornell University Press.

Kennell, N. M. (1995): The Gymnasium of Virtue. Education and Culture in Ancient Sparta, The University of North Carolina Press.

Salvador, J. L. (2009): El deporte en Occidente. Grecia, Roma y Bizancio, Madrid, Cátedra.

Singer, P. N. (1997): Galen. Selected Works, Oxford, Oxford University Press.

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