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"La noche es oscura y alberga horrores"

¿Tenían los romanos una concepción sobre el “vampirismo”? Damos comienzo a nuestra sección de Superstitio tratando sobre esta cuestión; no debemos olvidar que, aunque se trate de un aspecto al margen de la religión oficial y considerada como mera charlatanería por los eruditos y estudiosos, la mayoría de la población podía albergar profundas creencias en estas “supersticiones”. Sobre los vampiros, solemos tener una imagen bastante nítida y estereotipada de su naturaleza, que no desarrollaremos aquí, más allá del rasgo fundamental de beber sangre como necesidad vital. 

 

Detalle en cartel de la película "Bram Stoker's Dracula" (1992), de Francis Ford Coppola (captura de imagen de https://discosborabora.com/wp-content/uploads/2020/12/draculastoker.jpg)

Los romanos adoptaron, a través de influencias griegas y etruscas, la figura de las Estriges dentro de su imaginario supersticioso. En general suelen ser descritas como pájaros monstruosos, aunque de los textos que las mencionan se deduce que ni siquiera los romanos tenían una noción segura sobre su naturaleza, confundiendo a estas criaturas con aves de rapiña o con hechiceras metamorfoseadas en aves. Así, existirían dos nexos comunes con la imagen moderna del vampiro: 

  1. La necesidad de alimentarse de humanos, ya sea carne (principalmente órganos vitales) o sangre. 
  2. La capacidad de modificar su aspecto entre humano y animal, o bien en un punto medio de monstruo humanoide.

 

Fotograma de la película "Van Helsing" (2004), donde se muestra a una de las "novias" de Drácula, Marishka, en un aspecto vampírico bastante fiel a la descripción de las estriges (imagen de https://fanfan.es/wp-content/uploads/2019/10/josie-maran-in-van-helsing-1024x612.jpg)

Irónicamente, la primera mención literaria de estos monstruos es cómica, la realizada nada menos que por Plauto (Pséudolo, 801-825), en una clara metáfora burlesca, como corresponde a un individuo letrado que se burla de una “paparrucha” común:

"El cocinero: - No mi mala disposición; han sido los defectos ajenos los que me han hecho mal cocinero.

Balión: - ¿Qué es lo que quieres decir?

El cocinero: - Escúchame. La gente, en cuanto se mete a contratar a un cocinero, nunca busca al mejor y al más costoso. Al contrario: contrata al más barato. Por eso precisamente era yo el único que estaba aquí esperando en el foro. Que esos desgraciados se dejen contratar por un dracma. Lo que es a mí, nadie puede hacer que me levante por menos del doble. Yo no guiso las cenas como los demás cocineros, que en las bandejas sacan lo que, a mi parecer, no son sino puros herbazales; que no hacen otra cosa que acumular hierbas haciendo bueyes de los comensales; y guisan, sin más, hierbas sobre otras hierbas, echando cilantro, hinojo, ajo, perejil; y a eso le añaden romazas, coles, acelgas y bledos; y, encima de todo, diluyen una libra de laserpicio y muelen mostaza, que hace que a los que la muelen les lloren los ojos de antemano. Esos tales, cuando cocinan una cena, cuando guisan, no guisan con condimentos, sino con estriges, que devoran los intestinos de los comensales. Por eso, sí, la gente vive tan poco: por meterse en la andorga semejantes hierbas, unas hierbas que no solo da miedo comerlas, sino incluso mencionarlas[1]".

Las estriges también suelen tener una conexión común con los lactantes, aunque confusa, pues a veces los devoran y otras los amamantan, como nos cuenta Plinio (Historia Natural, XI, 95, 232):

“Considero cosa fabulosa que las estriges amamanten a los niños introduciéndoles sus mamas entre los labios. A esto hay que añadir que el término estrige formaba parte de los insultos de los antiguos, pero no hay constancia, al menos en lo que yo sé, de qué clase de aves son esas”[2].

 

Fotograma de la película "Bram Stoker's Dracula" (1992), en el que una Lucy neófita rapta niños de los que se alimenta en su mausoleo (imagen de https://pbs.twimg.com/media/FEBs-U4WYAgC9np.jpg)

El autor aquí nos hace una revelación interesante. A priori puede resultar muy extraño que unos seres que amenazan la vida humana, incluso a una temprana edad, se vuelquen por un rasgo tan común de la crianza como la lactancia de los infantes. ¿Acaso pretendían nutrirlos para mejorar su posterior sabor? En los cuentos populares de nuestra infancia resuenan los ecos de la bruja que alimentaba a Hänsel y Gretel. ¿O tal vez en la leche de los monstruos estaba la clave para su conversión en nuevas criaturas de pesadilla? Más reciente resultará para algunos la capacidad transformadora de los Caminantes Blancos en la saga de novelas “Canción de Hielo y Fuego”. Pero es más plausible asumir las líneas de Plinio, y tomar el término estrige como sinónimo de “niñera terrible”, un insulto para todas las mujeres, seguramente de origen plebeyo o servil, que hubiesen causado algún mal como nodrizas en la crianza de niños de las clases más pudientes. En general, la relación de estos monstruos con los lactantes se deriva del miedo general de la sociedad a que los niños fueran víctimas de la magia y las fuerzas sobrenaturales, lo que explica la enorme cantidad de talismanes o amuletos empleados en la protección que ha hallado la arqueología; y es que no podemos olvidar que las sociedades preindustriales afrontaban enormes tasas de mortalidad infantil, por lo que la idea de una leche envenenada de estos monstruos para los lactantes solo buscaría entender su inexplicable muerte prematura.

Es Ovidio (Fastos, VI, 131-140) quien da testimonio de una antigua leyenda itálica sobre las estriges y sus maléficos ataques a lactantes; concretamente la víctima es Procas, rey de Alba Longa y bisabuelo de Rómulo y Remo. Este infante logrará salvarse gracias a la ninfa Carna, ser divino que habitaba en el Lucus Helerni, un bosque sagrado en los márgenes del Tíber, encargada de proteger a los mortales frente a los vampiros, y quien dio a Jano el poder sobre los goznes de las puertas:

“Hay unos pájaros voraces, no los que engañaban las fauces de Fineo con los manjares, pero tienen la descendencia de ellos. Tienen una cabeza grande, ojos fijos, picos aptos para la rapiña, las plumas blancas y anzuelos por uñas. Vuelan de noche y atacan a los niños, desamparados de nodriza, y maltratan sus cuerpos, que desgarran en la cuna. Dicen que desgarran con el pico las vísceras de quien todavía es lactante y tienen las fauces llenas de sangre que beben. Su nombre es "vampiro" (strigibus); pero la razón de ese nombre es que acostumbra a graznar (stridere) de noche en forma escalofriante”[3].

 

Representación artística moderna de una estrige, pero muy cercana a la descripción de Ovidio (imagen de https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkH8alU437pkHasQ3raLQmjzSy6D4tPY74U-rz5GXXyS0MFt-Vj7NR6qbuiBVDIWT-UN-O5a4Chmck_HB9RTV2CtQci4gcPPxphMAxKNLpNO7GIaunEVbDraNPgcE8WN1F2smI3fqceAWm/s1600/strige_by_sacabria.jpg)

Para evitar la muerte de Procas, la ninfa procedió a realizar un interesantísimo ritual, descrito por Ovidio en el mismo pasaje, que servía para alejar a los monstruos y que explicamos paso a paso:

  • Tocó tres veces la puerta con una rama de madroño: las acciones “mágicas” suelen tener en ocasiones algún tipo de explicación lógica, y en este caso parece demostrado que las hojas, frutos, ramas y corteza del madroño poseen propiedades hipoglucemiantes, hipocolesterolemiantes, depurativas de la sangre, anti infecciosas y astringentes. No sería extraño, pues, interpretar la posibilidad de que estas gentes, al margen de las leyendas, poseyeran cierto conocimiento básico sobre las propiedades curativas y protectoras del mundo vegetal. 
  • Con la misma rama trazó una señal en el umbral: sin duda una marca protectora que impida el paso o aleje el mal del niño. Ya mencionamos en otra ocasión el poder y significado que los romanos daban al espacio de las puertas[4]. 
  • Roció la entrada con un agua sanadora: sin más detalles, puede que se tratase de algún agua de manantial o sometida a una fórmula mágica previa. Es inevitable recordar aquí la efectividad del “agua bendita” contra el vampiro. 
  • Tomó las entrañas de una cerda de dos meses y, tras una fórmula oral y unas libaciones, las colocó en el exterior, pero sin que los asistentes al sacrificio pudiesen verlas: hasta ahora hemos visto remedios para mantener alejadas a las estriges del pequeño Procas, pero este gesto nos permite teorizar que la destrucción o alejamiento definitivos del monstruo parecen imposibles para los humanos, por lo que la única posibilidad para salvar la vida del infante es ofrecer en sustitución otra víctima que temple su sed de sangre, y además de una edad similar. 
  • Por último, dispuso un retoño de espino blanco, considerado planta de Jano, bajo la ventana junto a la cuna: esta acción final podríamos describirla como un “por si acaso” en el ritual. ¿Y por qué se emplea este arbusto? Se trata de una especie vegetal con espinas y ramas cerradas que se podía utilizar como barrera natural para impedir el paso a personas o animales en fincas, además de que sus flores mejoran las funciones del sistema cardiovascular, presenta propiedades calmantes y antiespasmódicas para luchar contra la ansiedad, el insomnio y los nervios, combate problemas digestivos como el vómito y las diarreas, y frena algunos síntomas de la menopausia.

Así se impedía, en resumen, el paso de las estriges. Como ya hemos mencionado, en algunos puntos de este ritual podemos encontrar paralelismos con los rituales antivampíricos, como el uso de fórmulas orales basadas en la Biblia, el empleo de símbolos o marcas que protegen del monstruo (como la cruz cristiana), o recurrir a la naturaleza y su religiosidad por sus propiedades sanadoras, como el agua bendita y el ajo. Aunque la mayor diferencia siempre radica en su conexión con las brujas más que con el famoso conde de los Cárpatos. 

Para finalizar esta publicación, y por simple curiosidad, citamos aquí la mención cristiana de San Isidoro (Etimologías, XI, 4, 1-2); hasta esa época llegó el conocimiento erudito sobre las estriges, pero en un contexto de mera explicación sobre las metamorfosis de las hechiceras, y sin interés en su naturaleza:

“Por otra parte, otros autores describen también algunos cambios y transformaciones monstruosas de seres humanos a bestias. Así, cuentan que la celebérrima hechicera Circe transformó en bestias a los compañeros de Ulises. O los arcadios que, tras un sorteo, atravesaban a nado un cierto lago y allí se convertían en lobos. Algunos consideran verdad histórica fundada, y no mentira fabulosa, que los compañeros de Diomedes fueron metamorfoseados en aves. Y otros afirman que las estriges son seres humanos metamorfoseados, que mudan su figura para realizar sus criminales rapiñas y que, gracias a los ensalmos o a las ponzoñas de las hierbas, son capaces de transformarse en cualquier alimaña”[5].

 

Fuentes[6]:

Isidoro de Sevilla: Etimologías.

Ovidio: Fastos.

Petronio: Satiricón.

Plauto: Pséudolo.

Plinio el Viejo: Historia Natural.

Bibliografía:

Alfayé Villa, S. (2018): “¿Quién quiere matar a un muerto? Violencia, magia y necrofobia en la antigua Roma”, en Contreras, J. Mª. y Parejo, Mª. J. (coords.), Religiones. (No)violencia y diálogo. Actas del XI Congreso de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones, Valencia, Tirant lo Blanch, 77-97.

Calmet, A. (1991): Tratado sobre los vampiros, Madrid, Mondadori (ed. orig. 1751).

Fontana Elboj, G. (2021): ‘Sub luce maligna’. Antología de textos de la antigua Roma sobre criaturas y hechos sobrenaturales, Zaragoza, Contraseña.

Hurwood, B. J. (1974): Pasaporte para lo sobrenatural. Relatos de vampiros, brujas, demonios y fantasmas, Madrid, Alianza.

Martínez Maza, C. (2000): “Seres intermedios y religiosidad popular en el mundo romano”, en Cruz Andreotti, G. y Pérez Giménez, A. (coords.), Seres intermedios. Ángeles, demonios y genios en el mundo mediterráneo, Madrid, Ediciones Clásicas, 119-150.

Šašel Kos, M. (2012): “Carnaria. The Festival of the Goddess Carna”, Keria. Studia Latina et Graeca, 23-40.

Teitel Paule, M. (2014): “Qvae saga, qvis magvs. On the Vocabulary of the Roman Witch”, Classical Quarterly, 64.2, 745-757.



[1] COC. Ego dicam tibi: hominum vitio ego sum factus improbior coquos, non meopte ingenio.

BAL. Qua istuc ratione?

COC. Eloquar. quia enim, cum extemplo veniunt conductum coquom, nemo illum quaerit qui optimus et carissimust: illum conducunt potius qui vilissimust. hoc ego fui hodie solus obsessor fori. illi drachmissent miseri: me nemo potest minoris quisquam nummo ut surgam subigere. non ego item cenam condio ut alii coqui, qui mihi condita prata in patinis proferunt, boves qui convivas faciunt herbasque oggerunt, eas herbas herbis aliis porro condiunt: indunt coriandrum, feniculum, alium, atrum holus,
apponunt rumicem, brassicam, betam, blitum, eo laserpici libram pondo diluont, teritur sinapis scelera, quae illis qui terunt prius quam triverunt oculi ut extillent facit. ei homines cenas ubi coquont, cum condiunt, non condimentis condiunt, sed strigibus, vivis convivis intestina quae exedint. hoc hic quidem homines tam brevem vitam colunt, quom hasce herbas huius modi in suom alvom congerunt, formidulosas dictu, non essu modo. quas herbas pecudes non edunt, homines edunt.
 

[2] Fabulosum enim arbitror de strigibus, ubera eas infantium labris inmulgere. esse in maledictis iam antiquis strigem convenit, sed quae sit avium, constare non arbitror.

[3] Sunt avidae volucres, non quae Phineia mensis guttura fraudabant, sed genus inde trahunt: grande caput, stantes oculi, rostra apta rapinis; canities pennis, unguibus hamus inest; nocte volant puerosque petunt nutricis egentes, et vitiant cunis corpora rapta suis; carpere dicuntur lactentia viscera rostris, et plenum poto sanguine guttur habent. est illis strigibus nomen; sed nominis huius causa quod horrenda stridere nocte solent.

[4] Cf. Help me, Forculus!

[5] Scribuntur autem et quaedam monstruosae hominum transformationes et commutationes in bestiis, sicut de illa maga famosissima Circe, quae socios quoque Vlixis mutasse fertur in bestias: et de Arcadibus, qui sorte ducti transnatabant quoddam stagnum atque ibi convertebantur in lupos. Nam et Diomedis socios in volucres fuisse conversos non fabuloso mendacio, sed historica adfirmatione confirmant. Sed et quidam adserunt Strigas ex hominibus fieri. Ad multa enim latrocinia figurae sceleratorum mutantur, et sive magicis cantibus, sive herbarum veneficio totis corporibus in feras transeunt.

[6] La mayoría de los textos aquí citados corresponden a la traducción realizada por Fontana Elboj (2021).


Un pato de sabor exótico

Salve, Qvirites realiza una nueva experimentación con Apicio, y en esta ocasión se trata de un estofado de ave. Condimentado con muchas hierbas y especias, representa todo un equilibrio de sabores entre lo dulce y lo salado de un pato en la receta original. Si existiese la complicación por disponibilidad o precio para utilizar pato, siempre puede optarse por el pollo, como fue en nuestro caso. Os animamos a que lo probéis, pues el resultado fue exquisito.

 

Pato guisado con piñones y dátiles (versión adaptada a pollo)

Ingredientes:

  • 1 pato o pollo troceado.
  • 6 granos de pimienta.
  • 6 bayas de enebro.
  • 1 cucharadita escasa de comino molido.
  • 1 cucharadita rasa de semillas de cilantro.
  • 1 cucharadita de menta seca.
  • 1 cucharadita colmada de orégano.
  • 25 gr. o un puñado de piñones.
  • 2 dátiles grandes o 4 pequeños.
  • 1 cucharadita de mostaza en grano.
  • 3 cucharadas de salsa de soja.
  • 3 cucharaditas de pasta de anchoas o 6 anchoas en aceite.
  • 1 cucharada de aceite.
  • 2 cucharaditas colmadas de miel.
  • 1 vaso de vino Marsala.
  • 1 cucharadita de vinagre de vino tinto.
  • 1 cucharadita de sal gruesa (opcional): no la utilizamos.

De manera opcional, se puede optar por añadir una ramita de hierbabuena fresca, que le dará un ligero aroma al plato.

 

Mosaico, ss. II-I a.C. Escena nilótica con representación de patos, entre otros animales exóticos que evocan a Egipto, descubierto en la llamada "Casa del Fauno" de Pompeya. Conservado en el Museo Arqueológico de Nápoles (imagen de https://www.reddit.com/r/Archaeology/comments/ie8j9o/ducks_plants_and_other_wildlife_thrive_in_a_roman/)
 

Elaboración:

  1. En una cazuela baja, donde guisaremos el plato, dorar un poco el pollo o pato con un poco de aceite.
  2. En un mortero, y de forma gradual, majar los granos de pimienta, las bayas de enebro, y las semillas de cilantro.
  3. Añadir a la mezcla los piñones y majar.
  4. Deshuesar y picar los dátiles para añadir a la mezcla y seguir majando.
  5. Picar las anchoas y añadir, junto con la mostaza en grano, el comino molido, el orégano, la menta seca y una ramita de hierbabuena fresca picada.
  6. Luego añadir al majado la salsa de soja, el aceite, la miel, la sal (si se quiere) y el vinagre, mezclando el conjunto cada vez que se añadan estos ingredientes.
  7. Verter la mezcla del mortero sobre el pollo en la cazuela.
  8. Añadir el vino Marsala y agua hasta que apenas cubra el pollo.
  9. Tapar la cazuela y cocinar a fuego bajo, removiendo las piezas de pollo de vez en cuando. 
  10. Una vez que el agua se haya evaporado y reduzca la salsa, el plato estará listo.
  11. Bastan unas tostadas de pan de hogaza como acompañamiento.

 

Guiso terminado (imagen propia)
 

Detalles:

Como os habréis fijado en los ingredientes, la sal es opcional, y de hecho no la utilizamos. La razón es muy sencilla: la mezcla del resto de ingredientes, especialmente las anchoas y la salsa de soja (que sirven como sustituto del garum), es más que suficiente para sazonar el plato.

Como ya hemos mencionado, la receta original emplea el pato como ingrediente principal, y sin duda el resultado debe ser delicioso. Pero si existe dificultad para adquirirlo, el pollo no desmerece en nada, pues lo más importante es la mezcla de los ingredientes majados.

 

Resultado final en emplatado (imagen propia)

La Receta Original:

Aliter in gruem vel anatem elixam

Piper, ligusticum, cuminum, coriandrum siccum, mentam, origanum, nucleos, caryotam, liquamen, óleum, mel, sinape, et vinum

Apicio, 6, II, 4.

Traducción de la receta para "grulla o pato guisado":

"Pimienta, aligustre, comino, cilantro seco, menta, orégano, piñones, caryotam, liquamen, aceite, miel, mostaza y vino". 

 

Fuentes:

Apicio: De re coquinaria.

Bibliografía:

Del Re, A. A. (2005): De re coquinaria, Marco Gavio Apicio. Antología de recetas de la Roma imperial, Barcelona, Alba. 

Villegas Becerril, A. (2001): Gastronomía romana y dieta mediterránea. El recetario de Apicio, Córdoba, Universidad de Córdoba.


PRIMVS INTER PARES

In corpore sano

Artículo en proceso de redacción.    

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