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Opera III: Incertum et Isodomum

Seguimos con nuestro recorrido por las técnicas constructivas romanas, tan amplias y variadas; en este tercer artículo sobre las Opera, repasamos la letra I

 

Opus Incertum: con el significado latino de “irregular”, se trata de una técnica que emplea sillares de tamaño y forma diversos para ser dispuestos como revestimiento en el muro de opus caementicium siguiendo un patrón aleatorio; para ello, dichos sillares debían contar con una parte en forma de cono o pirámide, que era la que se fijaba como un clavo en el núcleo de hormigón. Su uso se remonta al s. II a.C. (en algunos casos hasta el s. III a.C.), siendo poco a poco sustituido por el opus reticulatum hacia mediados del s. I a.C., técnica con formas más estéticas y propia de un mayor presupuesto económico. Se entiende así que el incertum, por sus formas menos "estéticas", quedase relegado en los tiempos posteriores a construcciones menores o ambientes más rústicos y/o provinciales, como edificios privados de poco voladizo o terrazas para pendientes.

Durante su existencia la técnica varió sutilmente, partiendo de una disposición de los sillares más esmerada y plana, cambiando después hacia una nivelación de la superficie del muro, la reducción del grosor de hormigón o la selección de piedras que, poco a poco tomaban formas y dimensiones más regulares. En ese punto, cuando las piedras se asemejan unas a otras y el grosor de la capa de cemento es mínimo, cuando el opus incertum se torna en un opus quasireticulatum. También podemos encontrar una variante llamada Opus Mixtum Incertum, en la que se alterna el uso de hiladas de piedras irregulares con hileras de ladrillo, si bien fue más encuentre esta técnica combinada con el opus reticulatum.

 

Ejemplos:

  • Terrazas del santuario de Júpiter Anxur[1], en el monte Sant’Angelo de Terracina (ca. 100-70 a.C.): la gran terraza sobre la que descansaba el templo se construyó para salvar el desnivel del terreno; al oeste de la misma una escalera nos lleva a tres salas abovedadas, que son antesala de unos corredores subterráneos y el criptopórtico. 
Flanco oriental de la terraza del santuario (imagen de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/3f/TerracinaTempioGioveAnxur4.jpg)

  • Muro de vivienda en la colonia de Alba Fucens, al norte de Avezzano (comienzos s. I a.C.): ciudad fundada a finales del s. IV a.C. en territorio de los marsios.
Se aprecia perfectamente cómo las piedras irregulares revisten el núcleo de hormigón (imagen de https://live.staticflickr.com/4137/4752749677_cd8a29c834_b.jpg)

  • Muro y contrafuertes del santuario de Fortuna Primigenia en Palestrina (finales del s. II a.C.): se aprecia cómo en las esquinas de los contrafuertes el muro fue rematado con pequeños bloques de toba como refuerzo y contención. Igualmente, en algunos tramos de este muro se ha probado el uso de un cubrimiento de estuco, que daba una mayor vistosidad que el incertum.
Desde esta terraza inferior se inician dos rampas que se juntan en el centro de la terraza superior (imagen de https://live.staticflickr.com/7185/6794950242_4908e89445_z.jpg)
 

Opus Isodomum: traducido del latín como “igual altura”, también es conocido como insertum, aunque el nombre más famoso es el de Opus Quadratum Isodome. En esta técnica se empleaban bloques de piedra (sillares) cortados de forma regular, con la misma altura (y a veces la misma longitud)[2] y encuadrados perfectamente para formar un muro. En la disposición de esos sillares podían seguirse tres variantes:

  1. Modo etrusco: bloques ligeramente desiguales con discontinuidades en las juntas; se conservan ejemplos en embalses, podios de templos, sótanos… 
  2. Modo griego: bloques colocados en dos rotaciones para añadir resistencia a la estructura y asegurar que las uniones entre bloques estén centradas sobre los bloques de la fila inferior. 
  3. Modo romano: se emplea opus caementicium para soldar los sillares.

Fue un método muy utilizado en edificios públicos (templos, teatros, anfiteatros…), pero como ya hemos mencionado, no se trata de un ingenio romano. A modo de ejemplo, los griegos lo emplearon en muchas construcciones, como el Partenón. Vitrubio (II, 8) lo describe de la siguiente forma: “un muro se llama isodomum cuando todas las hileras tienen la misma altura”. Afirma también que los sillares se unían con argamasa, aunque también existía la opción de emplear grapas metálicas, fijadas con plomo fundido.  Para fortalecer este muro debía tenerse cuidado en que los extremos de los sillares en hileras alternas no coincidieran.

El isodomum completamente regular era algo raro de ver en las provincias, donde podemos localizar sillares de la misma altura, pero no de la misma longitud. También existió un Opus Pseudoisodomum, descrito por Vitrubio como un muro en el que las hileras de sillares no coinciden, sino que discurren de manera desigual, en alusión a su altura y longitud.

Dibujo esquemático que muestra la diferencia entre las técnicas isodomum y pseudoisodomum (imagen de https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Opera_Isodoma.jpg)
 

Ejemplos:

  • Podio del templo de Júpiter Óptimo Máximo en el Capitolio, Roma (s. VI a.C.)
Se aprecia en este caso tan antiguo la inexistencia de un núcleo de hormigón (fotografía propia)

  • Templo de Augusto en Pula (ca. 2 a.C. – 14 d.C.): uno de los templos mejor conservados fuera de Italia junto a la Maison Carrée, donde se aprecia muy bien la factura de opus isodomum/quadratum en la parte posterior del edificio.
Una factura impecable en este "pequeño" pero importante templo tetrástilo, con columnas corintias que alcanzan los 8 metros de altura (imagen de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f3/Temple_of_Augustus%2C_Colonia_Pietas_Iulia_Pola_Pollentia_Herculanea%2C_Histria_%2810403942986%29.jpg)

  • Muro exterior de la Crypta Balbi (época augustea): probablemente perteneciente a las estructuras del pórtico del teatro.

Una muy recomendable visita, prácticamente en solitario, de una de las cuatro sedes del Museo Nacional Romano (fotografía propia)


Fuentes:

Plinio el Viejo: Naturalis Historia.

Vitrubio: De Architectura.

Bibliografía:

Adam, J. P. (1994): Roman Building. Materials and Techniques, Bloomington, Indiana University Press.

Blake, M. E. (1947): Ancient Roman Construction in Italy from the Prehistoric Period to Augustus, Washington D.C., Carnegie Institute of Washington.

Camporeale, S. et al. (2008): Arqueología de la construcción, Madrid, CSIC.

Fulvio Giuliani, C. (1990): L’edilizia nell’antichità, Roma, NIS.

González Tascón, I. y Velázquez, I. (2004): Ingeniería romana en Hispania. Historia y técnicas constructivas, Madrid, Fundación Juanelo Turriano.

Gros, P. (1996): L’architecture romaine. Du debut du IIIe siècle av. J.-C. à la fin du Haut-Empire, 1, Les monuments publics, Paris, Picard.

Lugli, G. (1957): La tecnica edilizia romana con particolare riguardo a Roma e Lazio, 2 vols., Roma, G. Bardi.

Macaulay, D. (1974): City. A Story of Roman Planning and Construction, Boston, Houghton Mifflin Company.

MacDonald, W. L. (1965): The Architecture of the Roman Empire, New Haven, Yale University Press.

Malacrino, C. G. (2010): Constructing the Ancient World. Architectural Techniques of the Greeks and Romans, Los Angeles, J. Paul Getty Museum.

Pizzo, A. (2007-2008): “El análisis de la arquitectura romana. Cuestiones metológicas y propuesta para el estudio de los aspectos tecnológicos”, AnMurcia, 23 y 24, 75-88.

(2010): “Propuesta para la documentación y clasificación de las técnicas constructivas romanas”, Arqueología de la Arquitectura, 7, 277-286.

Wayman, E. (16/11/2011): “The Secrets of Ancient Rome’s Buildings”, en smithsonian.com



[1] Anxur era el nombre volsco de la ciudad de Terracina, así como una alusión a la divinidad Anxurus, que no era sino una representación juvenil e imberbe del Júpiter volsco.

[2] Los sillares de mayor tamaño podían alcanzar los 70 x 40 x 40 cm.

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