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El capitán de la puerta

Abrimos nuestra nueva sección de “Mitos y Leyendas” con un personaje icónico, no solo para los romanos, sino para las culturas posteriores de lo que termina conformándose como la Civilización Occidental. Pero antes situémonos.

Roma, ca 508-507 a.C. A las afueras de la Urbs se encuentra el poderoso ejército etrusco liderado por Lars Porsena (gobernante de Clusium), quien acude a la llamada del expulsado Tarquinio el Soberbio con el fin de devolverle el trono. Previamente, los romanos habían fortificado las colinas vecinas a la ciudad para defenderse, y además contaban con la muralla de Servio Tulio, aunque el punto más débil de esa defensa seguía siendo el acceso por el puente Sublicio (el primero que los romanos levantaron en el Tíber), razón por la que allí se dejó una guarnición al mando de nuestro protagonista: Publio Horacio Cocles. No existe pleno consenso sobre su procedencia, pero las fuentes le hacen sobrino de Marco Horacio Pulvilo, uno de los primeros cónsules y a su vez miembro de los fundadores de la República. Pero antes de seguir con el relato, parémonos un momento en la onomástica.

 

Representación del héroe en la serie pictórica "Los héroes romanos" (1586) de Hendrick Goltzius (imagen de https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Horatius_Cocles.jpg)

 

Ya dedicaremos un post para esta cuestión, pero de momento conformémonos con que en este episodio legendario hablamos de un personaje llamado Publio, perteneciente a la gens Horatia (una de las más antiguas de Roma), con el agnomen (apodo) de Cocles. Dicho apodo se traduce literalmente como “tuerto”, pues, según Dionisio (AR, V, 23), perdió un ojo en combate; Plutarco añade a esa explicación otra posibilidad: tenía la nariz tan hundida que no existía separación entre los ojos, y ello, añadido a que era cejijunto, motivó el apodo Cyclops (“cíclope”), que a su vez derivó en Cocles.

Esta guarnición fue testigo del avance etrusco por el Janículo (Dionisio, AR, V, 22; Livio, II, 9-10), con un ejército organizado en tres columnas:

  1. La columna izquierda, compuesta de exiliados romanos promonárquicos, estaba liderada por Tarquinio. 
  2. La columna derecha estaba compuesta por una coalición latina al mando de Octavio Mamilio. 
  3. Finalmente la columna central la formaban etruscos al mando de Porsena.

Es Dionisio quien nos menciona esta batalla campal contra los romanos (AR, V, 23), los cuales organizaron sus fuerzas de forma similar:

  1. En el ala izquierda (contra Mamilio) estaban Marco Valerio Voluso y Tito Lucrecio Tricipitino. 
  2. En el ala derecha (contra Tarquinio) estaban Espurio Larcio Flavio y Tito Herminio Aquilino. 
  3. Por último, en el centro (contra Porsena) estaban los cónsules: Publio Valerio Publícola y Marco Horacio Pulvilo.

Según se nos cuenta, el ala de Tarquinio empezó a ceder, mientras que las de Porsena y Mamilio castigaban tanto a los cónsules que al final éstos cayeron heridos, y así fue como cundió el pánico entre los romanos, comenzando una desbandada hacia el puente de madera. Solo tres hombres permanecieron en su posición para defenderlo; uno de ellos fue el mismo Horacio Cocles, mientras que los otros dos, ya mencionados, fueron: Espurio Larcio, hermano del cónsul Tito Larcio, fue responsable, tras la batalla, de encabezar una embajada para traer provisiones a Roma. Su heroísmo le hizo merecedor del consulado en el 506 a.C., y más tarde en el 490. La reputación acumulada también le hizo participe en otra embajada, esta vez para negociar con Coriolano, a lo que se sumó su nombramiento como interrex en el 480 para la celebración de elecciones consulares. Y Herminio Aquilino, destacado militar que ya había sido elegido por el último rey de Roma para asediar Ardea, aunque a su regreso impidió al déspota que recuperase el mando tras su expulsión. En el 506 a.C. fue nombrado cónsul junto con su colega Larcio, aunque terminó muriendo en combate singular contra Octavio Mamilio en la batalla del Lago Regilo. Analizando a estos tres personajes, encontramos en ellos una representación simbólica de las tres tribus primigenias de Roma:

  • Tities o sabinos, por Herminio. 
  • Ramnes o latinos, por Horacio. 
  • Luceres o etruscos, por Larcio (nomen procedente del etrusco Lars).

Los tres combatieron con habilidad, pero en un determinado momento Larcio y Herminio tuvieron que retirarse, ante el deterioro de sus armas defensivas, dejando a Cocles solo. El clímax del combate llega cuando éste observa cómo numerosos enemigos se abalanzaban contra él. Sabiendo que su derrota podría significar la caída de Roma, ordenó a los suyos la destrucción del puente cuando cruzasen a la otra orilla; huelga decir que, a sabiendas de que el puente era el punto débil de la ciudad, sin duda ya debía existir un equipo de hombres situado previamente en los pilotes, encargados de su destrucción cuando el momento lo dictase. Las múltiples heridas que recibió no fueron obstáculo para atacar con más fiereza, tanta que desconcertó a los invasores, quienes veían en él a un loco o un suicida que amontonaba cadáveres para usarlos como muro.

 

"Horacio Cocles defendiendo el puente" (ca 1643), Charles Le Brun (imagen de https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Le_Brun,_Charles_-_Horatius_Cocles_defending_the_Bridge_-_Google_Art_Project.jpg)


Acto seguido de la caída del puente, Horacio Cocles se arrojó al Tíber y falleció ahogado (Polibio, VI, 55), aunque, según otros autores (Dionisio, AR, V, 23-24; Livio,  II, 10), consiguió llegar a nado hasta la otra orilla y sobrevivir a sus heridas. Para la belleza del lenguaje, Livio incluso puso en boca de Cocles una oración previa a la zambullida: 

“Padre Tíber, te ruego recibas en tu corriente propicia estas armas y a éste guerrero tuyo”.

Aunque quedó lisiado de por vida con una cojera que le impedía acceder al consulado o ejercer mando militar, Roma volcó sobre él grandes honores, desde el alzamiento de una estatua suya en el Comitium, hasta la cesión de toda la tierra que pudiera arar en un día, sin olvidar un porcentaje de las provisiones de cada ciudadano, a pesar de que la ciudad sufriese de carestía.

Puede que Polibio sea el autor que más procura ajustarse a la realidad de los sucesos cuando no concede al episodio un contexto histórico, prefiriendo considerarlo como un ejemplo de la fama y la virtud a la que debían aspirar los jóvenes romanos. ¿Cuáles son las razones para sospechar de la carencia de veracidad histórica de este suceso?

  • De entrada, contamos con la sospechosa similitud entre el episodio de Cocles y el episodio de los hermanos Horacios que se enfrentaron a los Curiacios. En ambos tenemos a uno o varios campeones de Roma que libran un combate singular contra uno o varios enemigos en un momento crítico para la supervivencia de la ciudad. 
  • Por otro lado tenemos la interpretación historiográfica. Recordad que, según Dionisio y Livio, a Cocles se le dedicó una estatua, y de igual modo, su agnomen relaciona al héroe con un cíclope. Pues bien, para algunos autores la estatua erigida fue en realidad una estatua del dios Vulcano (el Hefesto griego, con cíclopes como ayudantes en su forja), una de las deidades romanas más antiguas y protectoras del Estado (el mismo carácter protector que se le da a Horacio Cocles en el puente). No sería de extrañar que las fuentes, como Livio, confundiesen la estatua de Vulcano con la del “héroe del puente”, sobre todo teniendo en cuenta que el paso del tiempo podría haber deteriorado los rasgos faciales de la estatua. Tristemente no ha sobrevivido ningún fragmento o descripción de la misma para su verificación. 
  • La leyenda cobraría su forma final al vincularse con una ceremonia religiosa de lanzamiento de figuras con forma humana, hechas de junco, caña y paja (Argei), al Tíber en los idus de mayo, precisamente desde el puente Sublicio. 
  • Por último, ya en la Antigüedad, autores como Floro reconocían lo extraordinario y fantasioso del suceso (Ep., I, 10); Tácito o Plinio el Viejo afirman que, aunque Roma se salvó de la destrucción, en realidad fue ocupada temporalmente por los etruscos. En particular, Tácito (Hist., III, 72) menciona que el templo de Júpiter Óptimo Máximo no fue profanado, señal de que los romanos se rindieron a tiempo. Aunque sí se vieron obligados a firmar un tratado por el que entregaban rehenes y se comprometían a usar hierro únicamente para fabricar aperos de labranza.

Sin embargo, si no os importa tanto la información histórica, pero sois más tendentes al Romanticismo del s. XIX, entonces no os podéis marchar de este post sin que leáis el nombre de Thomas Macaulay, quien recogió la leyenda de Cocles en su obra “The Lays of Ancient Rome” (1842), aportando una de las citas más famosas de la literatura inglesa, referente al heroísmo del Horacio:

 

“Then out spake brave Horatius,

the Captain of the Gate:

To every man upon this earth

death cometh soon or late.

And how can man die better

than facing fearful odds,

for the ashes of his fathers,

and the temples of his gods,…”.

 

“Habló pues el valiente Horacio,

capitán de la puerta:

A todo hombre de esta tierra

tarde o temprano le llega la muerte.

¿Qué mejor manera de morir puede tener un hombre

que la de enfrentarse a su terrible destino,

defendiendo las cenizas de sus padres

y los templos de sus dioses?”.

 

Quizás a los más cinéfilos les resulte familiar esta cita, y es que en una escena de la película “Darkest Hour” (traducida al castellano como “El instante más oscuro”), un excepcional Gary Oldman interpreta al famoso Churchill y utiliza los versos de Macaulay, conmovido por el valor y el arrojo del “pueblo británico”, al que toma el pulso sobre la posibilidad de negociación con el gobierno alemán. Sin duda un hermoso y evocador momento, aunque irreal, como en el caso de Horacio Cocles; resulta casi irónico, y a la vez adecuado, que se empleé un episodio mitológico para recrear una escena que solo podemos considerar como un mito moderno. A fin de cuentas, el propio Chuchill ya es un mito moderno, tanto que se pone la misma cita en su boca para la película “Into the Storm” (2009), esta vez con Brendan Gleeson en el rol de primer ministro; ¿qué mejor comparación con Horacio Cocles que el líder conservador, héroe nacional, que consiguió resistir a los poderosos alemanes con solo el Canal de la Mancha como único punto débil del Reino Unido? Aunque ofreciendo un poco de luz, sí es cierto es que, con 13 años, Churchill memorizó los 1300 versos del poema de Macaulay. 

 

Fotograma de "El instante más oscuro" (imagen de https://hotcorn.com/en/movies/news/churchill-tube-scene-darkest-hour/)


A fin de cuentas, el apoyarse e inspirarse en el pasado para mantenerse firme en el presente o ante el futuro ha sido algo inherente al ser humano durante generaciones. Por ejemplo, el general Thomas-Alexandre Dumas destacó tanto en su defensa del puente sobre el río Eisak que Napoleón le otorgó el apodo de “el Horacio Cocles del Tirol”. Thomas Osborne Davis escribió la popular canción “A Nation Once Again” (1844), inspirándose en el heroísmo de los tres defensores del puente Sublicio para apoyar al nacionalismo irlandés. Similar paralelismo estableció Jessie Pope en su poema “The Longest Odds” (1915) para alabar las hazañas de un montañés que despejó una trinchera alemana entera antes de caer en combate. Incluso en la película “Oblivion” (2013), Tom Cruise cita los versos de Macaulay antes de inmolarse ante la inteligencia artificial que había diezmado a la humanidad en un futuro postapocalíptico, aunque hay que admitir que dicha escena pierde su encanto cuando Tom, antes de pulsar el botón rojo, se despide con un sonoro “fuck you”.


Fuentes:

Churchill, W.: Mi vida temprana, cap. 2.

Dionisio de Halicarnaso: Antigüedades Romanas, V.

Floro: Epítome de Livio, I.

Plinio el Viejo: Historia Natural, XXIV.

Plutarco: Vidas Paralelas, Publícola.

Polibio: Historias, VI.

Tácito: Historias, III.

Tito Livio: Historia de Roma desde su fundación, II.

Bibliografía:

Cornell, T. J. (1986): “La formación de la tradición histórica de la Roma primitiva”, Perspectivas pasadas: Estudios en escritura histórica griega y romana, Cambridge, Cambridge University Press.

Gardner, J. F. (2008): Mitos romanos, Madrid, Akal.

Grimal, P. (1990), Historia universal Siglo XXI. El helenismo y el auge de Roma, Siglo XXI Editores.

Hamilton, E. (2021): Mitología. Todos los mitos griegos, romanos y nórdicos, Barcelona, Ariel.

Roller, M. B. (2018): “Exemplarity in Roman Culture: The Cases of Horatius Cocles and Cloelia”, Classical Philology, 99 (1), pp. 1-56.

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