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Ista quidem vis est?

Resulta un tema recurrente, y muy mascado en la historiografía, hablar del asesinato de Julio César y de la conspiración que lo perpetró. Se ha hecho hasta la saciedad. En Salve, Qvirites tan solo vamos a focalizarnos en los pequeños detalles de una producción numismática que fue consecuencia directa de dicho asesinato, y es la acuñación de denarios y áureos ordenada por Bruto en Macedonia, mientras preparaba su futuro enfrentamiento contra los triunviros. En esas monedas, y lejos de arrepentirse, un Bruto barbado se reafirmó como libertador de la República, convirtiendo su patriótica acción en propaganda.


ANVERSO:

Oro (AU, 19 mm, 8,06 gr). Anverso del áureo de Bruto, acuñado en Macedonia (imagen de https://www.thesprucecrafts.com/eid-mar-denarius-768790)

Como única figura se nos presenta una cabeza desnuda del cesaricida Marco Junio Bruto, barbado y mirando a derecha, y con leyenda transcrita:

BRVT(vs) IMP(erator) L(vcius) PLAET(orivs) CEST(ianvs) 

La información traducida es clara y concisa. Se hace mención a Bruto como imperator, es decir, general victorioso (no en el sentido del Principado como sinónimo de "emperador"), así como a Lucio Pletorio Cestiano, magistrado encargado de la acuñación de esta moneda en Macedonia, entre los años 43-42 a.C.


REVERSO:

Reverso del áureo de Bruto (imagen de https://www.thesprucecrafts.com/eid-mar-denarius-768790)

Aparece en el centro un pileus (gorro que simboliza la libertad) entre dos puñales (pugio en singular) que aluden al asesinato de César protagonizado Bruto, Casio, Casca y el resto de senadores implicados. Se aprovecha el espacio del exergo para situar la siguiente leyenda transcrita:

EID(vs) MAR(tiae) o EID(ibvs) MAR(tiis)

El mensaje no puede ser más evidente: Bruto quiso recordar a la población el heróico acto que supuso acabar con el tirano César en los Idus de Marzo, pues su muerte era necesaria para restablecer la República y la Libertad.

¿Pero cuán idóneo resultó que los conspiradores eligieran a Bruto como rostro del tiranicidio? De entrada, debemos tener en cuenta sus conexiones familiares:

  • Era hijo de Servilia, una de las más conocidas amantes de César, lo que ponía a Bruto en una situación comprometida, tanto al decantarse por Pompeyo en la guerra civil como al participar en el asesinato de César, pues el amorío del dictador con su madre le había reportado grandes beneficios, y no solo hablamos de cargos y riquezas; a fin de cuentas, César le perdonó la vida como a muchos otros dentro de su política de ganar como aliados a sus antiguos enemigos pompeyanos.
  • También era sobrino de Catón el Joven, uno de los más fervientes anticesarianos y defensor de las costumbres republicanas.
  • Por último, era nieto de Servilio Cepión, militar famoso por haberse apropiado del "Tesoro de Tolosa" en Galia, un botín que doblaba la riqueza del tesoro estatal romano, lo que convertía a Bruto en uno de los hombres más ricos de Roma, y por ende, miembro de la minoritaria aristocracia.
Pero la razón fundamental de su selección por parte de los conjurados fue el cognomen que portaba, Brutus. Era sabido que el primero de sus ancestros, Lucio Junio Bruto, dirigió la expulsión de Tarquinio el Soberbio y fue nombrado primer cónsul de la naciente República. ¿Quién mejor entonces que él para asesinar a César y "restaurar" el régimen republicano?

Pero, como hemos dicho, la idoneidad de Bruto era relativa; a fin de cuentas, su antepasado realizó un regifugium, es decir, una expulsión, no un regicidio. Así, los conspiradores modificaron a capricho la conexión histórica en pro de sus intereses políticos. Es más, sensu stricto, César no era rex, como ya había reiterado en orquestadas ocasiones rechazando la corona, si bien sus últimas medidas, como autoproclamarse dictator perpetuus, no ayudaban a conciliar el sueño a los puristas republicanos.

A pesar de estos matices, lo realmente importante era el cognomen de Marco, y gracias a él  se alcanzó la cifra de unos 60 senadores en la conspiración, según nos describen Eutropio y Suetonio, e interpretaron que, en el momento del tiranicidio, el resto del Senado les aclamaría como héroes; sin embargo, mientras César era apuñalado, los patres et conscripti huyeron despavoridos de la Curia de Pompeyo. Y desde luego, como algunos ya sabrán, los cesaricidas tampoco obtuvieron el apoyo del pueblo, que amaba al dictador.

 

Planta y alzado de la curia donde asesinaron a Julio César, en el complejo del Teatro de Pompeyo. En rojo se marcan los restos conservados de la misma, hoy visibles en Largo di Torre Argentina (imagen extraída mediante fotografía de Carandini y Carafa, 2017, vol. 2)

No debemos olvidar que la idea de “salvadores de la República” se ha engrandecido sobremanera gracias a la obra de Shakespeare y a la tradición posterior que ennoblece los ideales de libertad y República de Bruto, Casio y compañía, pero desde una óptica moderna. Si miramos por la escrutadora mirilla del historiador, entendemos que “defender y salvar” la República no significaba sino perpetuar los privilegios e intereses de la minoritaria aristocracia romana, representada en el partido de los optimates, sin preocuparse lo más mínimo en realizar necesarios cambios en un sistema republicano ya en crisis y decadente antes siquiera del nacimiento de César.

La culminación en la defensa de esos ideales, manifiestos en esta acuñación, llegó el 3 de octubre del 42 a.C. En esa fecha, durante el primer choque de lo que se ha venido a conocer como Batalla de Filipos, Bruto derrotó a las tropas de Octavio, mientras que Casio fue vencido por Marco Antonio, optando el cesaricida por el suicidio sin tener noticia de la victoria de su colega. De haber permanecido con vida, quién sabe si ambos hubiesen podido resistir e incluso vencer a los dos triunviros, pero el destino de Bruto quedó sellado el 23 de octubre, cuando llegó su completa derrota; a punto de ser capturado, prefirió arrojarse sobre su espada. En este punto resultan llamativas las actitudes de Antonio y Octavio:

  • El primero mostró su inclinación a honrar el cadáver de Bruto.
  • Pero triunfó la inclinación del segundo, que, en su papel de heredero y vengador de César, optó por decapitar el cadáver y enviar la cabeza a Roma para arrojarla a los pies de la estatua de su padre adoptivo.
Así, el magnicidio, más que restaurar la República, solo sirvió para engrandecer aún más la figura de César, hasta el punto de ser proclamado dios (Divus Iulius).
 
 
Plata (AR, 18 mm, 3,12 gr). Denario de Bruto (imagen de https://www.coinarchives.com/a/results.php?results=100&search=EID+MAR)
 
 
Como pequeña curiosidad, en la serie "Roma", producida por HBO, tienen el detalle de mostrar a un Bruto barbado, interpretado por Tobias Menzies, durante su estancia en Oriente junto a Casio. Hasta cierto punto se muestra cuidado por el detalle histórico al buscar la semejanza con el rostro de Bruto en la moneda que aquí tratamos, si bien hasta aquí llega el parecido. En la serie se nos muestra a un Bruto perdido, desconsolado, aún arrastrándose entre el noble acto del asesinato y el arrepentimiento de haber cometido lo que muchos consideran un acto cobarde. A fin de cuentas, César fue su protector durante años, y en cierto modo ello perpetuaba en Bruto un carácter infantil y pusilánime (recordamos que estamos comentando el punto de vista que nos ofrece la serie). En esa misma línea, y como si pasase por el ritual de la depositio barbae, unas escenas después Bruto se afeita y abandona la infancia, para actuar con la madurez que le corresponde, y asumiendo con entereza su rol de salvador de la República.
 

Fotograma de la serie de HBO "Roma", segunda temporada, episodio 5 (imagen de https://simkl.in/episodes/17/1791281f09106a84_w.jpg)

 

Despedimos esta publicación  retornando a la eterna pregunta, cuya respuesta depende de lo que se debe considerar bueno o malo: la muerte de César, ¿vil asesinato o heroico tiranicidio?


Fuentes:

Apiano: Guerra Civil.

Augusto: Res Gestae.

Eutropio: Breviario.

Plutarco: Vidas Paralelas. Bruto.

Suetonio: Vida de los Doce Césares

Veleyo Patérculo: Historia Romana

La moneda está localizable en los catálogos Crawford 508/32 y Sydenham 1301.

Bibliografía:

Carandini, A. y Carafa, P. (eds.) (2017): The Atlas of Ancient Rome, vol. 2, Princeton, Princeton University Press.

Crawford, M. H. (2019): Roman Republican Coinage, Cambridge, Cambridge University Press.

Sheppard, S. (2008): Philippi 42 BC. The Death of the Roman Republic, Oxford, Osprey Publishing.

Syme, R. (2011): La revolución romana, Barcelona, Crítica.

 

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